El viaje de los Estados de la Materia


Había una vez en la maravillosa ciudad de Buenos Aires, tres amigos muy especiales: Líquido, Sólido y Gaseoso. Vivían en un laboratorio junto al sabio profesor Químico, quien los cuidaba y les enseñaba todo sobre los estados de la materia.

Un día, el profesor Químico les contó a los amigos que iban a emprender un viaje muy especial para descubrir el mundo fuera del laboratorio. Estaban emocionados por la idea de explorar juntos. "¡Vamos a vivir aventuras increíbles!" dijo Gaseoso, emocionado. "Sí, va a ser genial conocer nuevos lugares y personas", añadió Sólido. Líquido, un poco más tímido, simplemente sonrió emocionado por la idea.

Comenzaron su viaje en un día soleado. Sólido estaba encantado de estar en forma de hielo y poder patinar sobre la superficie del lago. Gaseoso se elevaba hacia el cielo, bailando entre las nubes, disfrutando de la libertad que le daba su forma vaporosa. Líquido, por su parte, se deslizaba suavemente por el río, sintiendo la frescura del agua.

Pero de repente, una tormenta se desató. El viento soplaba fuerte, y la lluvia caía con fuerza, golpeando a los amigos con intensidad. Sólido comenzó a temblar y, antes de que pudiera darse cuenta, se derritió, convirtiéndose en Líquido. Gaseoso, al ver lo que pasaba, se condensó rápidamente, transformándose en Pequeñas Gotas. Aunque estaban asustados por los cambios repentinos, los amigos se dieron cuenta de que seguían juntos, experimentando el viaje de manera diferente.

Finalmente, llegaron a un hermoso prado donde el sol brillaba nuevamente. El calor hizo que las Pequeñas Gotas se evaporaran, convirtiéndose de nuevo en Gaseoso. Y el vapor, al enfriarse, se condensó en gotas, convirtiéndose en Líquido otra vez. Y cuando la temperatura bajó aún más, el Líquido se convirtió en Sólido, formando cristales de hielo sobre la hierba.

Comprendieron entonces que podían cambiar de forma según la temperatura y el entorno en el que se encontraban. Aunque eran diferentes, su amistad los mantenía unidos a través de cada transformación.

Regresaron al laboratorio con una comprensión más profunda de su naturaleza y un lazo de amistad aún más fuerte. El profesor Químico los felicitó por su valentía y su capacidad para adaptarse a los cambios. A partir de ese momento, los amigos siguieron explorando el mundo juntos, sabiendo que, sin importar en qué estado se encontraran, su amistad nunca cambiaría.

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