El Viaje de los Guardianes de la Tierra



En los tiempos antiguos, el poderoso Araguju, el creador de todo lo que conocemos, vivía en el cielo. Desde su morada celestial, observaba con cariño la tierra que acababa de dar vida. Sin embargo, se sentía solo en su inmensidad. Decidió crear a dos seres especiales para que lo acompañaran: Zugadzabra y Ucungavdra, a quienes dotó de sabiduría, amor y un profundo sentido de responsabilidad. Además, designó a dos criados leales, Uvigaichu y Unstiqui, para que asistieran a sus nuevos hijos.

Zugadzabra y Ucungavdra recibieron la misión de cuidar y proteger todo lo que habitaba en la tierra. Con su amorosa bondad, crearon un reino de paz y armonía, donde los animales vivían libres y felices. Sin embargo, en los confines de la tierra, encontraron un lugar desolado y olvidado, donde la oscuridad reinaba. Decidieron adentrarse en este territorio desafiante para descubrir qué sucedía.

Al llegar a este lugar, descubrieron a Zagadzabra y a Ucungrava, quienes gobernaban con puño de hierro. La oscuridad había infectado sus corazones, haciendo que olvidaran su propósito inicial: cuidar y proteger a los habitantes de la tierra. Los guardianes de la tierra decidieron enfrentar esta oscuridad y devolver la luz y el amor a ese lugar.

Durante su travesía, Uvigaichu y Unstiqui brindaron apoyo incondicional a Zugadzabra y Ucungavdra, demostrando que, juntos, podían superar cualquier obstáculo. Con valentía y sabiduría, lograron iluminar los corazones de Zagadzabra y Ucungrava, recordándoles su propósito perdido.

Al restaurar la paz y la armonía en aquel lugar, los cuatro guardianes retornaron a su reino, donde fueron recibidos con alegría y amor. Araguju los felicitó por su valentía y les recordó que, aunque los desafíos puedan ser grandes, el amor y la unidad siempre prevalecerán.

Desde entonces, los guardianes de la tierra continuaron cuidando y protegiendo la naturaleza, recordando siempre que, unidos, son más fuertes y capaces de enfrentar cualquier oscuridad.

FIN.

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