El Viaje de los Hermanos
Había una vez, en un pueblo muy lejano, dos hermanos llamados Tomás y Luna. Tristemente, ellos habían quedado huérfanos hace poco tiempo, y su vida cambió drásticamente. Tomás, el mayor, comenzó a perder el rumbo y se dejó llevar por los vicios, mientras que Luna, más joven y sabia, intentaba mantener la casa y cuidar de su hermano.
Un día, un sabio llamado Kai llegó al pueblo. Se decía que tenía la capacidad de ayudar a aquellos que estaban perdidos. Al enterarse de la situación de los hermanos, decidió visitar a Tomás.
"Hola, Tomás. He escuchado que estás pasando por un momento difícil. ¿Por qué no hablamos un poco?" dijo Kai, con una sonrisa amable.
"¿A mí? ¡No necesito ayuda!" respondió Tomás, con desdén. "Solo quiero divertirme con mis amigos. ¡Ellos son lo más importante para mí!"
Sin embargo, esa noche, mientras Tomás estaba con sus amigos, comenzó a notar que algo no estaba bien. Sus amigos solo hablaban de cosas que lo alejaban de su hermana y de los sueños que alguna vez había tenido. Se dio cuenta de que ya no era el Tomás feliz que solía ser.
Al día siguiente, Luna decidió hablar con Kai, sabiendo que su hermano no la escucharía.
"Por favor, ¿podés ayudarme? No sé qué hacer para que Tomás vuelva a ser el mismo de antes. Lo extraño mucho" dijo Luna, con lágrimas en los ojos.
"Luna, a veces, la gente necesita encontrar su propio camino. Pero puedo ayudarte a encontrar la manera de que Tomás vea lo que está perdiendo" contestó Kai.
Así, Kai y Luna idearon un plan. Decidieron organizar un día de campo en el bosque, con juegos y sorpresas. Invitaron a Tomás y a sus amigos, esperando que la alegría del día los hiciera reflexionar.
"¡Vamos, Tomás! Será divertido. ¡Necesitamos un poco de diversión!" insistió Luna.
"Bueno, solo porque ustedes insisten. Pero no prometo nada" dijo Tomás, con una sonrisa resignada.
Durante el día de campo, todo parecía ir bien. Los amigos de Tomás, al principio, estaban emocionados. Pero a medida que avanzaba la jornada, el ambiente se fue llenando de risas y buenos momentos, y Tomás comenzó a recordar lo divertido que era jugar con su hermana.
Al final del día, cuando se sentaron juntos a comer, Tomás observó la felicidad en los ojos de Luna.
"Tenés razón, Luna. Me divertí mucho hoy. A veces, creo que me olvido de lo importante. ¿Podés perdonarme por no prestarte atención?" dijo Tomás, con sinceridad.
"Siempre estaré aquí para vos, Tomás. Solo quiero verte feliz y que no te alejes de mí" respondió Luna, sonriendo.
Inspirados por el amor fraternal y el consejo de Kai, Tomás decidió alejarse poco a poco de sus vicios. Empezó a pasar más tiempo con su hermana, redescubriendo actividades que antes disfrutaba y aprendiendo a valorar lo realmente importante.
Con el tiempo, Tomás se convirtió en un ejemplo para sus amigos, quienes también comenzaron a cambiar y a buscar cosas más positivas para hacer. Kai observaba a distancia, satisfecho de ver que su consejo había sido seguido, y se despidió del pueblo, dejando atrás un legado de esperanza y amor.
Y así, en un pueblo muy lejano, los hermanos aprendieron que la felicidad no está en los excesos, sino en los momentos compartidos y el amor que se tienen el uno al otro. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.