El viaje de los paisajes familiares


Josué se sentía triste después de mudarse a un nuevo país. Extrañaba los paisajes que solía ver desde la ventana de su casa: las montañas, los ríos y los campos verdes. Le costaba acostumbrarse a la nueva ciudad, llena de edificios altos y ruidos que no le resultaban familiares. En la escuela, su profesora, la señorita Elena, notó su nostalgia y decidió ayudarlo.

Un día, la señorita Elena llevó a la clase al aire libre y les pidió que observaran los paisajes a su alrededor. Luego les propuso dibujar lo que más les gustaba. Josué, recordando los paisajes de su antiguo hogar, dibujó montañas, un río y un campo verde. Cuando terminó, la señorita Elena se acercó y le preguntó sobre su dibujo. Josué explicó cómo extrañaba esos lugares y cómo se sentía triste por no poder verlos en su nuevo hogar. La señorita Elena le escuchó con atención, asintiendo con comprensión.

Más tarde, la señorita Elena invitó a Josué a su escritorio y juntos comenzaron a buscar imágenes de paisajes similares en el nuevo país. Encontraron un bonito parque con colinas, un lago y senderos rodeados de árboles. La señorita Elena alentó a Josué a dibujar ese lugar y plasmar en el papel lo que más le gustaba de él. Josué siguió su consejo y comenzó a dibujar el nuevo paisaje, recordando cada detalle que la señorita Elena le había mostrado. Cuando terminó, mostró su dibujo a la profesora, quien elogió su creatividad y su habilidad para adaptarse a nuevas realidades.

Poco a poco, Josué comenzó a disfrutar más su nuevo entorno. La señorita Elena lo alentó a explorar el parque que habían encontrado juntos, y descubrió que, aunque era diferente a su paisaje anterior, también tenía una belleza especial. Ahora, Josué sabía que podía encontrar la belleza en diferentes lugares y que siempre podría llevar consigo los paisajes familiares en su corazón, incluso si estaban lejos. La profesora le había enseñado una lección valiosa: la importancia de adaptarse a los cambios y encontrar la belleza en lo nuevo. Josué agradeció a la señorita Elena por su ayuda y, desde entonces, compartió su experiencia con otros compañeros que también extrañaban sus antiguos paisajes. Juntos, aprendieron a apreciar lo que tenían y a encontrar la belleza en todas partes.

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