El Viaje de los Pequeños Alvéolos



Érase una vez, en un bosque mágico llamado Cuerpo Humano, donde vivía un grupo de pequeños alvéolos. Estos alvéolos eran amigos muy cercanos y siempre estaban listos para ayudar a su gran amigo, el Pulmón, a respirar.

Una mañana soleada, Alvo, el alvéolo más curioso, miró por la ventana del pulmón.

"¡Miren eso!" - dijo emocionado. "Hoy hay una gran actividad en el aire. ¡Seguro que vendrá una brisa fresca!"

Sus amigos, Lía y Berto, también miraron.

"¡Sí! ¡Vamos a prepararnos para recibir el oxígeno!" - exclamó Lía.

"Me gusta la idea, pero hay que estar atentos. ¡No queremos que se mezcle el aire contaminado!" - agregó Berto con seriedad.

Justo cuando estaba por entrar la brisa, de repente, un grupo de pequeñas partículas de polvo se coló al pulmón, creando algo de revuelo.

"¡Oh no!" - gritó Alvo. "El aire está contaminado. No podemos dejar que eso se mezcle con el oxígeno. ¡Debemos actuar rápido!"

Rápidamente, Alvo y sus amigos se organizaron.

"¡Nosotros, los alvéolos, debemos hacer un escaneo del aire!" - propuso Lía.

"Así podremos filtrar toda la contaminación antes de que llegue al cuerpo" - añadió Berto, entusiasmado.

"¡Exactamente!" - dijo Alvo. "¡Vamos!"

Los alvéolos comenzaron a hacer su trabajo. Uno a uno, tomaron una bocanada de aire, llenándose de oxígeno y liberando el dióxido de carbono. Pero de repente, ¡algo extraño sucedió! Uno de los alvéolos, llamado Tito, comenzó a toser.

"¡Ay! ¡El aire está muy mezclado!" - se quejó Tito. "No puedo respirar bien."

"No te preocupes, Tito. ¡Estamos aquí para ayudarte!" - le respondió Lía, mientras Alvo lo abrazaba.

"¡Vamos a trabajar en equipo! Por cada bocanada de aire limpio que tomemos, también vamos a expulsar el aire contaminado por el bocal!"

Los alvéolos se agruparon y formaron una cadena de trabajo. Al inhalar, se concentraron en el oxígeno puro, y al exhalar, hacían un esfuerzo por sacar a las partículas de polvo.

Después de un rato de esfuerzo incansable, y con cada inhalación y exhalación, comenzaron a notar que el aire se volvía más fresco y ligero.

"¡Lo estamos logrando!" - gritó Berto, mientras el Pulmón vibraba de alegría. "Sigan así, amigos."

Finalmente, cuando el último rayo de sol se ocultó, los alvéolos celebraron su victoria.

"¡Lo hicimos! ¡Hemos limpiado el aire!" - exclama Alvo, mientras sus amigos lo rodeaban.

"¡Gracias, amigos! Ahora podemos ayudar al Cuerpo Humano a sentirse fuerte y lleno de vida!" - agregó Tito, recuperando su energía.

Desde entonces, los pequeños alvéolos nunca olvidaron la importancia de respirar aire limpio y trabajar juntos. Según el Pulmón, el aire puro era el néctar que mantenía a todos en el Cuerpo Humano feliz y saludable.

Y así, en cada inhalación y exhalación, vivieron aventuras, siempre cuidando su hogar en el bosque mágico del Cuerpo Humano, el lugar donde la amistad y la colaboración eran el oxígeno que los mantenía vivos.

Fin.

FIN.

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