El Viaje de los Sabores



Había una vez en un pequeño y alegre barrio, donde vivían Naty y Lucas, una hermana y un hermano que adoraban comer. No había día que pasara sin que se sentaran a probar delicias. Desde empanadas crujientes hasta tortas de chocolate, nada se les escapaba. Sin embargo, sus papás estaban preocupados por su salud y siempre les decían:

"Chicos, es divertido comer, pero no pueden comer todo el tiempo. Hay otras cosas que pueden disfrutar."

Naty, una niña de siete años llena de energía y siempre lista para una nueva aventura, respondía:

"Pero, ¡es tan rico!"

Y Lucas, su hermano mayor de diez años, se unía a ella:

"Sí, además hay tantas comidas del mundo por probar!"

Un día, mientras exploraban la cocina, encontraron un libro viejo y polvoriento titulado "La Magia de los Sabores del Mundo". Al abrirlo, una luz brillante salió de sus páginas, y, de pronto, se encontraron en un mundo mágico, donde la comida cobraba vida.

"¿Dónde estamos?" preguntó Naty, mirando a su alrededor.

"Parece un mundo de comida. ¡Mirá, hay un árbol de helados!" dijo Lucas, señalando un enorme árbol cubierto de todos los sabores imaginables.

Los chicos corrieron emocionados. Pero justo cuando estaban por probar el helado de chocolate, un pequeño personaje llamado Pipo, un duende de la comida, apareció con una expresión seria.

"Alto ahí, niños!" dijo Pipo. "No pueden comer sin medida. En este mundo, la comida tiene poderes mágicos, pero solo si se consume con moderación."

Naty miró a su hermano, confundida:

"¿Moderación? ¿Qué significa eso?"

Pipo sonrió y explicó:

"Significa disfrutar de las cosas en la cantidad justa. Si comen mucho, perderán los sabores y la magia de las comidas. Yo les puedo mostrar lo que pasa si no lo hacen."

Intrigados, Naty y Lucas siguieron a Pipo a una zona oscura y desordenada del mundo de la comida. Allí vieron a unos personajes tristes, que eran las sombras de las comidas, olvidadas y sin sabor.

"¿Y ellos?" preguntó Lucas, señalando a las sombras.

"Son las comidas que fueron olvidadas. Nadie las disfrutó como se debe. Comieron demasiadas otras cosas y se olvidaron de su magia. Ahora están tristes y vacías."

Naty sintió un nudo en el estómago.

"No quiero que eso nos pase. Pero, ¿cómo hacemos para disfrutar sin caer en eso?"

"Les enseñaré" dijo Pipo, llevándolos a una fantástica feria de sabores. En la feria había puestos con frutas, verduras, helados, pasteles y mucha comida

Pipo les dijo:

"Aquí podrán elegir un par de cosas para probar. Pero tendrán que saborearlas lentamente y apreciar cada bocado."

Los niños se sintieron emocionados. Decidieron escoger una fruta deliciosa, un postre pequeño y un plato salado.

"Voy a tomar esa sorbete de mango, se ve espectacular!" dijo Naty.

"Y yo elijo la empanada de queso. Aunque todo se ve maravilloso."

Mientras saboreaban cada bocado, comenzaron a entender. Cada sabor, cada textura, era una aventura en sí misma. Ellos nunca habían prestado tanta atención al comer.

"¡Es cierto!" exclamó Lucas. "Cada bocado se siente especial. Como si fuera un regalo!"

Pipo los miró satisfecho y asintió.

"Exacto. La comida es un regalo que se celebra, no una carrera."

Al final del día, Naty y Lucas aprendieron que era posible disfrutar de la comida sin exagerar. Gradualmente, el mundo de la comida se volvió más colorido, y las sombras comenzaron a retomar vida, regresando a los colores vibrantes de antes.

Cuando los niños regresaron a su casa, llevaban un gran aprendizaje en sus corazones y estómagos. Desde ese día, decidieron probar un poco de todo, pero en su justa medida.

"Yo quiero hacer una noche de sabores cada semana, donde probamos cosas nuevas, pero siempre con moderación!" sugirió Naty.

"¡Sí! Será nuestra nueva tradición. ¡Gracias, Pipo!" agregó Lucas mientras se despidió del duende.

A partir de ese momento, Naty y Lucas no solo disfrutaban de las comidas ricas, sino que también sabían que comer era una experiencia mágica cuando se hacía con cuidado y gratitud.

Y así, aprendieron que el verdadero tesoro no era simplemente llenarse, sino disfrutar del viaje de los sabores, un dulce y nutritivo bocado a la vez.

Fin.

FIN.

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