El Viaje de los Sentimientos



Había una vez en un pueblo lleno de colores, cuatro amigos inseparables: Alegría, Tristeza, Enfado y Felicidad.

Un día, decidieron ir a explorar el Bosque de las Emociones. "¡Vamos!", exclamó Alegría.

"Espero que sea divertido", dijo Tristeza con un suspiro.

"No te preocupes, Tristeza, habrá cosas maravillosas para todos", respondió Felicidad, mientras saltaba de emoción.

"Pero, ¿y si encontramos cosas que me hagan enojar?", preguntó Enfado cruzando los brazos.

Los cuatro amigos comenzaron su aventura. Al poco tiempo, llegaron a un precioso claro lleno de flores.

"¡Mirá qué lindo!" gritó Alegría, riendo mientras bailaba entre las flores.

"Sí, son bellas", dijo Tristeza con una lágrima en los ojos, "pero... no puedo dejar de pensar en que estas flores se van a marchitar.

"No te pongas triste, Tristeza, disfrutemos del momento," sugirió Felicidad.

"Yo creo que es normal sentir tristeza cuando vemos que algo hermoso se va", explicó Enfado.

Siguieron explorando y encontraron un pozo mágico.

"Este pozo puede darte un deseo", dijo Alegría.

"¡Deseemos ser siempre felices!" gritó Felicidad.

"No sé, tal vez desear el mismo sentimiento todo el tiempo no sea lo mejor", reflexionó Enfado.

"¿Por qué no?" preguntó Alegría.

"Porque a veces necesitamos sentir otras cosas para apreciarlo más. La tristeza es importante también", explicó Enfado con seriedad.

"Tenes razón, Enfado", asintió Alegría.

Tristeza, que escuchaba atentamente, sonrió: "Cuando me siento triste, también me doy cuenta de cuánto valoro los momentos felices".

"Y esos momentos son aún más especiales cuando pasamos tiempo juntos", añadió Felicidad.

De repente, el viento sopló y llevándose las flores de colores que decoraban el claro.

"¡Noooo!" gritó Alegría, "¡mis flores!".

"Veo que eso te hace enojar", dijo Enfado, "es natural, siento lo mismo pero… a veces desear lo que no podemos tener no es útil”.

"¿Qué podemos hacer?" se preguntó Tristeza.

"Podemos buscar más flores o crear algo nuevo con lo que nos quedamos", sugirió Felicidad.

"¡Sí! Vamos a armar ramos con lo que quedó y a compartirlo con los demás", dijo Enfado.

Así que, juntos, comenzaron a recoger pétalos que el viento dejó caer y a armar unos ramos preciosos.

"Mirá, al final podemos hacer algo increíble con lo que tenemos, incluso de situaciones que parecen malas", dijo Alegría, saltando de felicidad.

"Aprendimos que cada emoción tiene su lugar, y que se unen para ayudarnos a vivir experiencias inolvidables", agregó Tristeza con una sonrisa.

Desde aquel día, los cuatro amigos se volvieron más cercanos que nunca, aceptando y abrazando cada emoción que sentían, porque entendieron que cada una era parte esencial de su viaje.

Y así, continuaron explorando juntos el Bosque de las Emociones, siempre listos para nuevas aventuras, nuevos sentimientos y nuevos aprendizajes.

Fin.

FIN.

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