El Viaje de los Sueños



Era un hermoso día soleado en el pequeño pueblo de Colibrí, donde vivía una niña llamada Lila. Lila era una soñadora, siempre tenía una chispa de aventura en sus ojos. Cada tarde, después de la escuela, se sentaba en su árbol favorito y se imaginaba viajando a diferentes lugares del mundo.

Un día, mientras exploraba el bosque detrás de su casa, Lila encontró un mapa antiguo escondido entre las raíces de un árbol gigante. Era un mapa que prometía llevar a quien lo poseyera a un lugar mágico donde los sueños se hacían realidad.

"¡Guau! Esto es increíble!" - exclamó Lila, con el corazón latiendo de emoción.

"¿A dónde te gustaría ir?" - preguntó su mejor amiga, Tani, quien de repente apareció tras ella.

"A un lugar donde los sueños se hacen realidad, hay un mapa que nos puede llevar allí!" - contestó Lila, mostrando el mapa a su amiga.

"¿Podemos ir juntas?" - preguntó Tani, con ojos brillantes.

"Por supuesto! Pero, ¿dónde está ese lugar?" - dijo Lila.

Ambas se sentaron bajo el árbol y estudiaron el mapa.

"Aquí dice que tenemos que ir al Valle de los Sueños, pero debemos partir antes del anochecer." - explicó Tani.

"¡Vamos! Tenemos que apurarnos!" - dijo Lila, con energía.

Las aventuras comenzaron cuando, mientras caminaban por el bosque, encontraron a un viejo búho que los observaba desde una rama.

"¿Dónde van tan apresuradas, pequeñas?" - preguntó el búho con voz sabia.

"Vamos al Valle de los Sueños para vivir una gran aventura!" - respondió Lila.

"Recuerden, no todo lo que brilla es oro. Hay que estar atentas a los desvíos. El camino puede ser complicado, solo sigan sus corazones." - advirtió el búho.

"Gracias, señor búho!" - dijeron las chicas al unísono.

Continúan su camino, cada vez más entusiasmadas. Sin embargo, a medida que avancen, empiezan a notar que el día va oscureciendo, ¡y la hora de marcharse se aproxima! Al llegar a un cruce, notaron que había dos sendas: una iluminada por luciérnagas que danzaban y otra oscura y sombría.

"¿Cuál tomamos?" - preguntó Tani, un poco temerosa.

"Yo creo que las luciérnagas nos guiarán hacia el Valle de los Sueños. ¡Vamos!" - decidió Lila, confiada.

Cuando empezaron a caminar por el sendero iluminado, comenzaron a escuchar risas y melodías.

"¿Escuchás eso?" - preguntó Tani.

"Sí! ¡Se oye maravillosa la música!" - respondió Lila, emocionada.

Al final del sendero, llegaron a una fiesta de animales del bosque. Había conejos, zorros y hasta ciervos, todos bailando y celebrando.

"¡Vengan, únanse a nosotros!" - invitó un conejo.

"Pero… necesitamos llegar al Valle de los Sueños antes de que anochezca!" - recordó Lila.

"A veces, los sueños no solo son lugares, son momentos!" - dijo el zorro astuto.

Las amigas se miraron, dudando entre continuar o quedarse.

"Creo que podemos quedarnos un rato, pero no podemos perder de vista nuestra meta!" - sugirió Tani.

"Tenés razón. ¡Vamos a disfrutar un poco!" - dijo Lila.

Bailaron y se rieron por un tiempo, hasta que el cielo comenzó a oscurecerse.

"¡Debemos irnos ya!" - gritó Lila, sintiendo que el tiempo se les escapaba.

"¡Sí, rápido!" - dijo Tani, con un ligero pánico en su voz.

Corrieron por el sendero, pero al girar en una esquina, se dieron cuenta que habían perdido el mapa.

"Oh no! ¿Dónde estará?" - se lamentó Lila.

"Ya no tenemos tiempo!" - exclamó Tani, asustada.

Justo entonces, el búho apareció de nuevo.

"Recuerden, confíen en sus instintos. Tomen un momento para respirar y se encontrarán a ustedes mismas." - les dijo el búho.

Las chicas cerraron los ojos y respiraron profundamente. Cuando los abrieron, su camino estaba iluminado por las estrellas.

"¡Mirá! Las estrellas parecen guiarnos!" - dijo Tani.

"Sigámoslas!" - respondió Lila, llena de determinación.

Confiando en su instinto, caminaron en la dirección que les indicaban las estrellas. Pasaron por un hermoso campo de flores brillantes y, por fin, llegaron al Valle de los Sueños justo antes de que el último rayo de sol se despidiera del día.

Allí, el paisaje era mágico; un lugar que jamás habían imaginado. Brujas danzantes y árboles que susurraban secretos.

"¡Lo logramos!" - gritó Lila, llena de alegría.

"Y todo porque no nos rendimos y escuchamos nuestros corazones!" - respondió Tani, abrazando a su amiga.

Aprendieron que a veces los sueños pueden desviar nuestro camino, pero si seguimos buscando y confiamos en nosotros mismos, siempre llegaremos a donde realmente queremos estar.

Se despidieron del Valle cuando el sol volvió a salir, prometiendo volver, y empezó su viaje de regreso, dejando atrás una historia de aventuras que no solo giró en torno al destino, sino en el viaje mismo.

"¡No podemos esperar a contarle a todos sobre nuestra aventura!" - dijo Lila.

"Sí, y sobre cómo siempre hay que seguir nuestros sueños sin importar las dificultades que encontremos!" - concluyó Tani.

Y así, Lila y Tani regresaron a casa con un corazón lleno de amor y una amistad aún más fuerte, listas para compartir su historia y encender la chispa de muchos más soñadores en Colibrí.

FIN.

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