El viaje de los sueños
Melia era una niña curiosa y soñadora. Todas las noches, se acostaba en su cama con los ojos cerrados y dejaba volar su imaginación.
En sus sueños, Melia vivía aventuras emocionantes, viajaba a lugares lejanos y conocía a personas extraordinarias. Pero un día, algo extraño ocurrió. Melia cerró los ojos para dormir y de repente se encontró en un lugar completamente desconocido. No entendía qué estaba pasando, esto no parecía ser uno de sus sueños habituales.
"Melia -susurró una voz misteriosa-, has llegado al mundo de los Sueños Reales". Melia abrió los ojos y miró a su alrededor.
Estaba rodeada de paisajes asombrosos: montañas cubiertas de nieve brillante, prados llenos de flores coloridas y ríos cristalinos que fluían en armonía. "No puedo creerlo", dijo Melia maravillada. "¡Esto es increíble!"De repente, apareció un pequeño duende llamado Rulo. Tenía la piel verde como el musgo y llevaba puesto un sombrero puntiagudo.
"¡Hola Melia!", exclamó Rulo con entusiasmo. "Soy el guardián de los Sueños Reales". Melia sonrió ampliamente mientras observaba al duende saltarín. "¿Qué hago aquí?", preguntó curiosa.
Rulo explicó que cada vez que Melia soñaba, realmente visitaba diferentes vidas en el mundo real de los sueños. Cada lugar nuevo era una oportunidad para aprender algo valioso sobre sí misma y el mundo que la rodeaba.
"Melia, te he traído aquí hoy para mostrarte algo especial", dijo Rulo con una mirada misteriosa en sus ojos. Melia siguió al duende por un sendero cubierto de hojas crujientes hasta llegar a un antiguo árbol. En las ramas del árbol, había espejos mágicos que reflejaban diferentes momentos de la vida de Melia.
"Estos espejos son ventanas a tus sueños pasados", explicó Rulo. "Cada uno representa una vida diferente que has vivido mientras dormías".
Melia se acercó a uno de los espejos y vio una imagen suya montando en bicicleta con su mejor amiga Sofía. Otro espejo mostraba a Melia ayudando a cuidar animales en un refugio. Había tantas vidas diferentes que Melia había experimentado sin siquiera saberlo.
"¿Qué puedo aprender de todo esto?", preguntó Melia, fascinada por las imágenes en los espejos. Rulo le explicó que cada experiencia soñada tenía algo importante para enseñarle. Montar en bicicleta le recordaba la importancia de ser valiente y superar obstáculos. Cuidar animales le enseñaba sobre compasión y responsabilidad.
"Los sueños pueden ser poderosos maestros", dijo Rulo sabiamente. "Pueden ayudarnos a descubrir nuestras fortalezas y aprender cosas nuevas sobre nosotros mismos". Melia asintió con la cabeza, entendiendo lo que Rulo quería decirle.
Desde ese día, Melia empezó a prestar más atención a sus sueños nocturnos. Cada vez que cerraba los ojos, se emocionaba por las nuevas aventuras y lecciones que la esperaban.
Con el tiempo, Melia se dio cuenta de que los sueños no eran solo historias imaginarias en su mente. Eran una oportunidad para explorar diferentes vidas y aprender cosas maravillosas sobre sí misma. Desde entonces, Melia siguió soñando con valentía y curiosidad.
Aprendió que cada sueño era un regalo especial y decidió aprovechar al máximo cada experiencia onírica. Y así, Melia descubrió el increíble poder de sus sueños y cómo podían ayudarla a crecer y convertirse en la mejor versión de sí misma.
FIN.