El viaje de los valientes
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Fantasía, un grupo de amigos inseparables: Luz, Tomi y Ana. Ellos eran conocidos por sus travesuras y aventuras, pero había una cosa que siempre les causaba un gran miedo: el oscuro y misterioso Bosque de los Susurros, que se encontraba al borde del pueblo.
Un día, mientras jugaban en el parque, Luz decidió que era hora de enfrentarse a su miedo.
"¡Vamos a explorar el Bosque de los Susurros!" - propuso emocionada.
"¿Estás loca?" - exclamó Tomi, con los ojos bien abiertos. "Dicen que hay criaturas raras y que el bosque nunca se hace de día."
"Pero si nunca lo intentamos, siempre sentiremos miedo" - afirmó Ana, tratando de convencer a sus amigos.
Finalmente, el grupo decidió que al día siguiente, al amanecer, entrarían al bosque. Esa noche, los tres amigos no lograron dormir, pensando en qué podía haber más allá de los árboles altos y las sombras misteriosas.
Al día siguiente, con una mochila llena de provisiones y un mapa que habían dibujado, se adentraron en el bosque. Al principio, todo era silencio y calma.
"Miren, ¡es muy bonito!" - dijo Luz, observando las hojas brillantes.
Pero pronto, el silencio se volvió inquietante. Empezaron a escuchar susurros que parecían venir de todas partes.
"¿Escuchan eso?" - preguntó Tomi, mirando a su alrededor.
"Es solo el viento" - respondió Ana, tratando de tranquilizarlo. Pero, a medida que avanzaban, los susurros se volvieron más claros.
"¡Regresen! ¡Es peligroso!" - decía una voz que los hizo estremecer.
"¿Qué hacemos, chicos?" - preguntó Luz, sintiéndose un poco asustada.
"Sigamos adelante, no podemos volver sin descubrir de qué se trata" - dijo Ana, decidida.
Mientras caminaban, se encontraron con un grupo de criaturas fantásticas: pequeños duendes con sombreros de colores y piel brillante.
"¡Hola, valientes exploradores!" - saludó uno de los duendes, saltando alegremente. "¿Por qué tienen tanto miedo?"
Los amigos se miraron, confundidos.
"Nos asustan los susurros y la oscuridad del bosque" - admitió Tomi, visiblemente nervioso.
"Pero el miedo es solo una sombra que se desvanece al enfrentarlo" - explicó otro duende, que tenía una sonrisa amable. "¿Quieren mostrarnos su valor? Les hacemos un trato: si nos ayudan a recoger las flores mágicas que se esconden aquí, les mostraremos el camino de vuelta sin miedo."
"¿Flores mágicas?" - preguntó Luz, emocionándose.
Así que, armados de valentía, comenzaron a recolectar las flores coloridas, aprendiendo sobre cada una de ellas. Mucho más tarde, se dieron cuenta de que el miedo que habían sentido se iba desvaneciendo a medida que se divertían y reían con los duendes.
"Miren cuánto hemos logrado, ¡esto es increíble!" - gritó Ana, mostrando su canasta llena de flores.
"Tienen mucho valor y son fuertes. El miedo solo existe si uno se deja llevar por él" - dijo el duende líder.
"¡Gracias por enseñarnos esto!" - respondieron a coro Luz, Tomi y Ana.
Finalmente, los duendes guiaron a los amigos hacia la salida del bosque, donde la luz del sol brillaba intensamente. Al dejar atrás el Bosque de los Susurros, los amigos se sintieron diferentes.
"Creo que aprendimos algo valioso hoy" - dijo Luz, sonriendo.
"Sí, el miedo se disipa cuando elegimos enfrentar lo desconocido" - agregó Tomi, ahora ya más seguro de sí mismo.
Regresaron al pueblo con sus canastas llenas de flores y el corazón lleno de valentía. Desde ese día, el Bosque de los Susurros dejó de ser un lugar aterrador, y se convirtió en uno de sus lugares favoritos, lleno de magia y aventuras.
Y así, Luz, Tomi y Ana entendieron que el verdadero miedo se vence con la amistad y la curiosidad, y que cada aventura es una oportunidad para aprender y crecer.
Desde entonces, cada vez que sentían miedo por alguna situación, recordaban su gran aventura en el Bosque de los Susurros, y juntos, siempre se armaban de valor para enfrentar cualquier reto que venía en su camino.
FIN.