El Viaje de los Valientes



Había una vez un chico llamado Lucas, que vivía en un mundo donde los zombis caminaban por las calles. Era un lugar desolado, sin ruidos, donde el sol se escondía tras las nubes grises. Un día, Lucas decidió que no podía quedarse de brazos cruzados y se propuso encontrar una cura para este infortuno: los zombis.

Mientras caminaba por una calle vacía, encontró a Rebeca, una niña valiente con una mochila llena de provisiones.

"¡Hola! ¿Qué hacés por acá?" - le preguntó Rebeca.

"Busco una cura para los zombis. ¿Te gustaría ayudarme?" - respondió Lucas con determinación.

"¡Claro que sí!" - dijo emocionada Rebeca.

Siguieron avanzando y, en un parque, se encontraron con Mateo, un chico ingenioso que estaba construyendo una trampa para atrapar a los zombis.

"¡Hola! ¡Dame una mano! Estoy intentando atrapar a uno para analizarlo y ver qué les pasa" - le comentó Mateo.

"¡Eso es genial!" - exclamó Rebeca.

"¿Y si empezamos por buscar una cura?" - sugirió Lucas.

Continuaron su camino hasta encontrar a Alfonso, un muchacho amable con un gran amor por los animales.

"¿Necesitan ayuda?" - les preguntó Alfonso con una sonrisa.

"¡Sí! Buscamos una cura para los zombis y necesitamos a alguien que tenga buen ojo para los ingredientes" - añadió Lucas.

"¡Me encantaría! He leído mucho sobre plantas. Los animales también tienen algo que ver, quizás podamos averiguarlo juntos."

Así, la pequeña banda se unió; Lucas, Rebeca, Mateo y Alfonso. Juntos decidieron buscar más amigos y pronto encontraron a Francés, un chico muy divertido capaz de hacer reír a cualquiera en momentos difíciles.

"¡Bueno, chicos! Qué hacen por aquí, ¿cazando zombis?" - preguntó Francés mientras hacía gestos divertidos.

"Buscamos una cura, ¿quieres acompañarnos?" - dijo Rebeca.

"¡Sí! Pero primero, ¡necesitamos algo de diversión!"

Por último, se unió a ellos Lupo, un perro que parecía entender cada palabra que decían.

"¡Miren! Este perrito se quiere ir con nosotros también. Yo creo que tiene un gran olfato para encontrar cosas" - dijo Mateo.

" ¡Genial! Lupo nos ayudará a encontrar plantas raras. ¡Vamos!" - animó Lucas.

Así comenzaron su gran aventura, recorriendo barrios y parques, analizando plantas y tratando de comprender cómo curar a los zombis. Luciendo mapas dibujados y usando la inteligencia del grupo, cada uno contribuía con sus habilidades únicas. Pasaron por lugares misteriosos, descubrieron secretos y se enfrentaron a desafíos.Como sabotajes de zombis que intentaban asustarlos y difíciles pruebas que ponían a prueba su amistad.

Una noche, mientras descansaban bajo un cielo estrellado, Lucas dijo:

"Chicos, creo que la cura puede estar más cerca de lo que pensamos. Quizás solo necesitemos entender las zombis y ver si hay algo que podamos aprender de ellos."

"¿Cómo?" - preguntó Rebeca.

"Podemos escribir un diario con nuestras observaciones, así notamos todo lo que vemos y aprendemos."

"¡Sí! Eso puede funcionar. A veces, lo que no entendemos puede tener una solución al alcance de la mano" - añadió Alfonso.

Fue así como tomaron notas de cada encuentro con zombis y, con el tiempo, notaron que algunos de ellos parecían estar más tristes o deambulando sin rumbo. Cuanto más observaban, más se daban cuenta que no sólo eran criaturas: eran seres que estaban perdidos. Con esto, se inspiraron en la bondad.

Finalmente, después de semanas de experimentación, Lupo encontró una planta especial en un viejo invernadero lleno de sombras. Ésta podría tener propiedades que ayudarían a los zombis a recuperar un poco de su humanidad.

- “¡Lo logramos! Este puede ser el comienzo de la esperanza” - gritaron todos emocionados.

- “¡Vamos a prepararlo! ” - dijo Mateo, mientras comenzaban a trabajar juntos.

Al hacer su descubrimiento, la amistad, el amor por los animales y la solidaridad impulsaron a los chicos a compartir su hallazgo con quienes estaban buscando respuestas en el nuevo mundo.Los zombis comenzaron a regresar poco a poco a su estado pasado, llenando la esperanza de que el mundo podría sanar y renacer.

Así, Lucas y sus amigos, aprendieron que la verdadera cura no solo estaba en la hierba que encontraron, sino en las conexiones que habían creado entre ellos y la valentía de no rendirse jamás. Y desde ese día, todos los que habían perdido la esperanza, comenzaron a creer nuevamente en un futuro brillante, todo gracias a un grupo de valientes y su fiel amigo Lupo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!