El Viaje de Lucas a los Mundos de los Libros
Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques verdes. Lucas tenía un gran amor por la naturaleza; le encantaba explorar los árboles, seguir el canto de los pájaros y buscar las mariposas de colores. Pero había algo que le preocupaba: no sabía leer.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Lucas encontró un libro grande y polvoriento bajo un árbol. Su portada estaba llena de dibujos de criaturas fantásticas.
"¿Qué será esto?" - se preguntó Lucas, mientras lo hojeaba con curiosidad.
De repente, un resplandor iluminó el aire, y justo frente a él apareció un pequeño hada llamada Brisa.
"¡Hola, Lucas!" - dijo Brisa con una voz dulce. "Ese libro es mágico. Te puede llevar a lugares que nunca imaginaste."
Lucas se asombró. "¿Puedes llevarme?" - preguntó emocionado.
"Claro que sí, pero primero debes decidir a dónde quieres ir. Hay mundos llenos de árboles que hablan, ríos que cantan y flores que bailan. Pero recuerda, no necesitas saber leer para aventurarte. Solo sigue tus sueños y escoge por dónde empezar."
Lucas cerró los ojos y pensó en el bosque que tanto amaba. "Quiero ir a un lugar donde los árboles puedan hablar como los amigos."
Y de repente, el libro brilló más que nunca. Lucas sintió un viento suave y fue arrastrado hacia dentro. Al abrir los ojos, se encontró rodeado de árboles altísimos que sujetaban sus ramas hacia el cielo.
"¡Hola, niño!" - dijo uno de los árboles con una voz profunda y amistosa. "Soy el Árbol Sabio. ¿Por qué has venido a nuestro mundo?"
"Quiero aprender sobre la naturaleza y todos sus secretos," - respondió Lucas con emoción.
"¡Excelente! Ven con nosotros, te mostraremos nuestro hogar," - dijo otro árbol mientras se movía lentamente.
Así, Lucas siguió a los árboles, escuchando historias sobre cómo cada hoja y cada raíz forman parte de un gran ciclo de vida.
Los árboles le contaron sobre los animales que habitaban en él, el canto de los pájaros y la importancia del agua.
Con cada cuento, Lucas se sentía más lleno de conocimiento, aunque no sabía leer.
"¡Esto es maravilloso!" - exclamó Lucas. "Me gustaría que más niños conocieran este maravilloso lugar."
"Con un buen corazón como el tuyo, podrás compartir nuestras historias. ¿Quién necesita saber leer para contar lo que siente?" - dijo el Árbol Sabio.
Lucas comenzó a pensar. Las historias que escuchaba de los árboles eran su forma de leer; él estaba comprendiendo el lenguaje de la naturaleza.
Después de pasarse el día aprendiendo y jugando, el cielo empezó a oscurecerse y Lucas sabía que era tiempo de regresar.
"¿Puedo volver a visitarlos?" - preguntó Lucas, sintiéndose un poco triste.
"Por supuesto. Solo vuelve a abrir el libro y sigue lo que hay en tu corazón," - le respondió el Árbol Sabio con una sonrisa.
Regresó al bosque donde todo comenzó. Al abrir los ojos, Lucas estaba de vuelta, pero se sentía diferente. Sabía que aunque no podía leer palabras en un papel, podía contar historias que había aprendido de la naturaleza.
Con el tiempo, Lucas se convirtió en un gran narrador entre sus amigos del pueblo, llenándolos de imaginación y enseñándoles todo lo que había descubierto. Juntos, exploraron el mundo real con nuevas miradas y llenos de sueños, recordando siempre que la naturaleza era un libro abierto lleno de historias por contar.
Y así, Lucas aprendió que los libros pueden ser más que letras y palabras; a veces, son puertas a la imaginación, y la verdadera magia se encuentra en lo que llevamos dentro. Desde ese día, nunca volvió a mirar un libro de la misma manera, y su amor por la naturaleza se volvió aún más fuerte.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.