El Viaje de Lucas y su Gran Soñador



Era una mañana soleada en el jardín de infantes El Arco Iris, y todos los niños estaban emocionados por el día de actividades. Entre ellos, estaba Lucas, un pequeño de cinco años con una gran energía y una imaginación desbordante. Lucas amaba jugar, dibujar y buscar aventuras, pero a veces le costaba concentrarse en las tareas del salón.

La maestra Carla siempre tenía una sonrisa amable y un plan para ayudar a Lucas a canalizar toda su energía en cosas creativas.

"¡Hoy vamos a hacer un taller de pintura, niños!" - anunció la maestra Carla, mostrando un lienzo enorme.

Los ojos de Lucas brillaron de emoción y levantó la mano.

"¡Yo quiero usar todos los colores, maestra!" - gritó con entusiasmo.

"¡Claro, Lucas! Pero primero, tenemos que escuchar y seguir las instrucciones. ¿Sí?" - contestó la maestra, mientras todos los niños asentían.

Sin embargo, cuando la maestra comenzó a explicar, Lucas se distrajo mirando por la ventana, donde un colibrí danzaba entre las flores.

"¡Mirá, hay un pajarito!" - exclamó, mientras sus compañeros lo miraban sorprendidos y la maestra trataba de volver a captar su atención.

A medida que pasaban los minutos, Lucas se dio cuenta de que en el taller de pintura había cosas maravillosas por descubrir. Sin embargo, la maestra notó que le estaba costando seguir el ritmo. Entonces, se le ocurrió una idea brillante.

"Lucas, ¿te gustaría ser mi ayudante especial hoy?" - le preguntó la maestra Carla.

Los ojos de Lucas se iluminaron.

"¡Sí! ¡Sí!" - respondió emocionado.

La maestra le entregó un pincel grande y brillante.

"Tu tarea será recordarme los colores que voy a usar. Así podremos crear un cuadro enorme juntos. Puedes decirme los colores mientras pinto. ¿Te parece bien?" - propuso la maestra, sabiendo que esto mantendría su atención en la actividad.

"¡Me parece genial!" - dijo Lucas, mientras se acercaba al lienzo.

Así, comenzó el taller. La maestra iba pintando, y Lucas no solo recordaba los colores, sino que también sugería ideas.

"¿Podemos hacer un sol grande y amarillo?" - preguntó Lucas con mucha energía.

"¡Ese es un gran plan!" - respondió la maestra.

Con unos cuantos giros de pincel y mucha risa, el lienzo empezó a hacerse cada vez más colorido. Todos los niños se sintieron inspirados por la participación de Lucas, y al final, todos se unieron a la pintura, sumando sus propios toques.

Después de un rato, la maestra les propuso un juego de contar historias con lo que habían pintado.

"Vamos a inventar una historia sobre nuestro cuadro, ¿qué tal?" - sugirió Carla.

"Yo quiero contar la historia del pajarito que descubrí por la ventana!" - dijo Lucas con entusiasmo.

"¡Claro! ¿Qué pasaba con ese pajarito?" - le preguntó su amigo Pedro.

"Era un pajarito valiente que voló hasta un bosque mágico donde los árboles cantan. Ahí hizo muchos amigos..." - comenzó Lucas, llevando a sus amigos a un viaje de imaginación.

Los niños estaban tan atrapados por la historia de Lucas, que empezaron a inventar personajes y escenarios, y poco a poco se convirtió en un cuento en conjunto, donde cada uno sumaba su creatividad.

Al final del día, la maestra Carla los reunió para mostrarles lo que habían creado y para escucha de la historia que se había formado entre todos.

"Chicos, este mural y esta historia son ejemplos perfectos de lo que sucede cuando trabajamos juntos. Y Lucas, gracias a tu brillante idea, descubrimos un mundo nuevo" - concluyó su maestra con una sonrisa.

"¡Sí! ¡Podemos ser un gran equipo!" - exclamó Lucas.

Lucas aprendió que, aunque a veces tiene dificultades para concentrarse, siempre podía encontrar su camino y contribuir de una manera única. Y esa fue la mejor aventura de todas.

FIN.

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