El viaje de Lulú



En un hermoso campo, bajo el cálido sol, crecían altos y frondosos árboles. En ese lugar vivía Lulú, una niña llena de alegría y curiosidad. Lulú tenía un gran sueño: convertirse en la mejor payasa del mundo.

Un día, mientras exploraba el campo, Lulú descubrió un viejo libro sobre técnicas de circo. Fascinada por lo que encontró en sus páginas, decidió poner en práctica todo lo aprendido para mejorar su habilidad como payasa.

Lulú se acercó a los árboles y les pidió ayuda. "Árboles queridos, ¿me ayudarían a practicar mis trucos de circo?"- preguntó con entusiasmo. Los árboles respondieron moviendo sus ramas en señal de afirmación.

Sin perder tiempo, Lulú comenzó a realizar piruetas y malabares entre las ramas de los árboles. Los árboles se balanceaban rítmicamente al compás de la música que salía del corazón risueño de Lulú.

Poco a poco, la noticia sobre las increíbles habilidades circenses de Lulú se extendió por todo el campo. Animales y personas venían desde lejos para verla actuar. La pequeña payasa se convirtió en una sensación local y todos esperaban ansiosos cada nueva función.

Sin embargo, algo extraño comenzó a sucederle a Lulú: cada vez que realizaba un truco complicado o recibía muchos aplausos, sentía un vacío dentro de sí misma. Aunque pareciera extraño, Lulú no se sentía satisfecha con su éxito.

Un día, mientras descansaba bajo la sombra de un árbol, Lulú reflexionó sobre sus sentimientos. Fue entonces cuando el árbol más sabio del campo le habló.

"Lulú, has demostrado ser una payasa talentosa y valiente, pero recuerda que la felicidad verdadera no se encuentra en la aprobación externa sino en el amor propio"-. Lulú reflexionó sobre las palabras del árbol y decidió hacer una pausa en su carrera como payasa para buscar su verdadero camino hacia la felicidad.

Decidió emprender un viaje por el mundo para conocer diferentes culturas y aprender sobre otras formas de arte. Durante su viaje, Lulú descubrió que tenía un gran talento para pintar. Sus cuadros transmitían emociones tan intensas como sus actuaciones circenses.

Poco a poco fue encontrando esa chispa de alegría que había perdido. Al regresar al campo sol arboles lulu payaso, Lulú compartió sus nuevas habilidades con todos los habitantes del lugar. Realizaba espectáculos donde combinaba malabares con pintura y música.

La gente quedaba maravillada ante esta nueva versión de Lulú. Pero lo más importante era que ahora, cada vez que terminaba una función o recibía aplausos, Lulú sonreía desde adentro y se sentía plena consigo misma.

La historia de Lulú nos enseña que es importante seguir nuestros sueños y explorar diferentes caminos en busca de nuestra felicidad interior. A veces podemos encontrarla donde menos lo esperamos, pero siempre está ahí, esperando a ser descubierta.

FIN.

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