El Viaje de Luna
Érase una vez, en un pueblo lleno de colores y risas, una niña llamada Luna. Su abuela, una mujer sabia y cariñosa, siempre le contaba historias fascinantes, pero la que más encantaba a Luna era la de la Tierra de los Sueños.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Luna se acercó a su abuela.
"Abuela, cuéntame de nuevo sobre la Tierra de los Sueños" - pidió Luna con los ojos brillantes de curiosidad.
"Claro, mi vida. La Tierra de los Sueños es un lugar mágico donde los deseos se hacen realidad. Allí, las flores cantan y los ríos cuentan historias" - respondió la abuela con una sonrisa.
Luna, llena de ilusión, decidió que quería visitar ese lugar. Así que, al caer la tarde, mientras el sol pintaba el cielo de naranja y azul, Luna cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas encontrar la Tierra de los Sueños. De repente, el viento sopló suavemente y un destello de luz apareció frente a ella.
"¡Hola, Luna! Soy el Hada de los Sueños y he venido a llevarte a un viaje mágico" - anunció un ser luminoso que danzaba en el aire.
Luna no podía creer lo que veía. Con un ligero movimiento de su varita, el Hada la tomó de la mano y, al instante, se encontraron en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de mil colores.
"¿Estamos en la Tierra de los Sueños?" - preguntó Luna emocionada.
"¡Exacto! Aquí todo es posible. Pero para que los sueños se hagan realidad, necesitas aprender a creer en ti misma" - explicó el Hada.
A medida que avanzaban por el bosque, encontraron a una mariposa atrapada en una telaraña.
"¡Ayuda! No puedo salir de aquí" - suplicó la mariposa.
"No te preocupes, te ayudaré" - dijo Luna, y con cuidado, usó una ramita para liberar a la pequeña mariposa.
"¡Gracias! Nunca creí que lo lograría" - exclamó la mariposa mientras volaba libre.
El Hada sonrió.
"Ves, Luna. Has utilizado tu ingenio y valor. Aprendiste a creer en tus habilidades".
Continuando su recorrido, llegaban a un río que parecía murmurar canciones. De pronto, descubrieron a un pez dorado que parecía muy preocupado.
"¿Qué sucede, pez?" - preguntó Luna.
"He perdido mi brillo. Sin él, no puedo volver a casa" - respondió el pez con tristeza.
Luna pensó por un momento y luego dijo:
"¡Podemos ayudarte! Tal vez si encontramos algo que reluzca, puedas recuperarlo".
"¡Esa es una gran idea!" - dijo el Hada, iluminando varias piedras brillantes con su varita.
Juntos, buscaron y le dieron al pez dorado una piedra muy luminosa.
"¡Eso es!" - gritó el pez, y al tocar la piedra, su brillo volvió.
"¡Gracias, Luna! ¡Ahora podré regresar a casa!" - exclamó el pez, saltando felizmente.
Cada pequeña aventura ayudaba a Luna a descubrir su valentía y a aprender que cada acción hecha con amor tiene su impacto.
"¿Ves, Luna? Estás aprendiendo lo importante que es ayudar a los demás. Esa es la verdadera magia" - dijo el Hada mientras volaban sobre un campo lleno de flores.
Después de varias aventuras, ya era hora de regresar a casa. Aunque Luna se sentía un poco triste por dejar la Tierra de los Sueños, sabía que había aprendido mucho.
"¡Quiero volver!" - comentó.
"Siempre podrás regresar cuando lo desees, solo debes recordar lo que aprendiste hoy" - contestó el Hada.
De repente, Luna sintió que el aire comenzaba a cambiar. En un abrir y cerrar de ojos, se despertó en su jardín. Mirando alrededor, pensó en todas sus aventuras y sonrió. Sabía que en su corazón siempre llevaría consigo la magia de la Tierra de los Sueños.
Desde ese día, Luna decidió hacer cada uno de sus sueños una pequeña realidad. Ayudaba a quienes estaban a su alrededor, compartía risas y sonrisas, y siempre creía en sí misma. Y así, el pueblo se volvió aún más alegre y colorido, lleno de sueños y esperanza.
Y cada vez que miraba al cielo estrellado, Luna sabía que la magia estaba justo ahí, esperando ser creada con el corazón.
Fin.
FIN.