El Viaje de Luna y el Bosque de los Deseos



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, curiosa y valiente vivía una niña llamada Luna. Siempre había soñado con aventuras más allá de las montañas que rodeaban su hogar. Una mañana soleada, mientras exploraba el jardín de su abuela, encontró un mapa antiguo que prometía llevarla al misterioso Bosque de los Deseos.

- ¡Mira esto! - exclamó Luna, mostrando el mapa a su abuela.

- Ese mapa nos acompaña desde hace generaciones, Luna. Muchos han intentado encontrar el Bosque de los Deseos, pero no todos lo lograron. - respondió su abuela con una sonrisa.

- ¡Yo puedo hacerlo! - aseguró Luna, decidida a emprender la aventura.

A pesar de las advertencias de su abuela sobre los misterios del bosque, Luna decidió seguir su camino. Preparó su mochila con una merienda, su linterna y su cuaderno de dibujos. Al salir, se despidió de su abuela con un fuerte abrazo.

Durante el primer tramo del recorrido, Luna conoció a un pequeño zorro llamado Tizón que parecía tener el mismo deseo de aventura.

- ¡Hola! - dijo Luna emocionada. - ¿Quieres venir conmigo al Bosque de los Deseos?

- Claro, ¡me encantaría! - respondió Tizón, moviendo su cola de lado a lado. - Pero, ¿sabes el camino?

- ¡Sí! - afirmó Luna, aunque en el fondo no estaba tan segura.

Con el mapa en mano, Luna y Tizón se adentraron en un sendero cubierto de flores y árboles frondosos. Sin embargo, pronto se encontraron con un gran río que barría su camino.

- ¡Oh no! - exclamó Luna. - ¿Cómo cruzaremos?

- Tal vez podríamos construir algo para ayudar a cruzar - sugirió Tizón, mientras miraba alrededor en busca de materiales.

- ¡Eso es una gran idea! - dijo Luna, entusiasmada.

Después de un rato, lograron construir una pequeña balsa con tronquitos y hojas. Juntos, empujaron la balsa al agua y comenzaron a remarla.

- ¡Lo estamos logrando! - gritó Tizón, emocionado. Al llegar a la otra orilla, Luna y Tizón se abrazaron de felicidad. Pero su alegría fue interrumpida por un temblor bajo sus patas.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Luna, mirando a su alrededor.

- ¡Quizás hay un gigante cerca! - dijo Tizón, asustándose un poco.

Luna trató de calmar a su nuevo amigo.

- No, no creo que sea un gigante. Tal vez son los animales del bosque que nos están dando la bienvenida.

- Ojalá sea eso - murmuró Tizón, aún un poco preocupado.

Continuaron su viaje, y pronto llegaron a un claro lleno de colores brillantes. Allí conocieron a una tortuga sabia llamada Lía.

- ¡He estado esperándolos! - dijo Lía con una voz suave y calmada. - Quieren llegar al Bosque de los Deseos, ¿verdad?

- Sí, queremos encontrarlo - respondió Luna.

- Pero para llegar, deben resolver un acertijo. - explicó Lía. - Si lo resuelven, el camino se abrirá para ustedes.

- ¡Estamos listos! - afirmó Luna, dispuesta a demostrar su valentía.

Lía les presentó un acertijo.

- ¿Qué siempre avanza, pero nunca se mueve?

- ¡Eso es fácil! - dijo Tizón rápidamente. - ¡Es el tiempo!

- Muy bien, pequeño zorro. - sonrió Lía, y el camino iluminado frente a ellos comenzó a brillar intensamente. - Sigan y no olviden tener siempre fe en ustedes mismos.

Luna y Tizón avanzaron y finalmente llegaron al Bosque de los Deseos, un lugar lleno de árboles brillantes y flores que cantaban. Al momento de entrar, sintieron una energía especial.

- ¡Guau! ¡Es increíble! - exclamó Luna, mirando a su alrededor con asombro.

- ¡Y parece que tenemos un deseo! - dijo Tizón, emocionado.

Luna pensó en su deseo más profundo. Quería que su amistad con Tizón durara para siempre.

- Mi deseo es que siempre estemos juntos en nuestras aventuras. - declaró Luna, cerrando los ojos.

- ¡Y que nunca nos falte la valentía! - agregó Tizón, mientras los dos sostenían las manos.

De repente, una luz brillante salió de una flor y llenó el aire con un aroma agradable. A partir de ese momento, Luna y Tizón supieron que su amistad era un deseo cumplido. Mientras regresaban a casa, Luna se dio cuenta de que la verdadera aventura no solo era llegar a un lugar, sino los amigos que había hecho en el camino. Desde ese día, su vida en Arcoíris nunca volvió a ser la misma.

- ¡Vamos a dibujar todo lo que vivimos hoy! - propuso Luna al llegar a su casa.

- ¡Sí! ¡Quiero que todos sepan que los deseos son más fuertes cuando se comparten! - respondió Tizón, feliz.

Así, cada día se llenó de nuevas aventuras, risas y mucha valentía para seguir soñando.

Y así nacieron las historias que todos en el pueblo de Arcoíris recordarían por siempre.

FIN.

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