El Viaje de Luna y el Dragón de Cristal
Era una vez en un pequeño y colorido pueblo llamado Maravillandia, donde vivía una nena llamada Luna. Luna era una chica curiosa, con una gran imaginación y un amor infinito por las aventuras. Cada día, después de la escuela, se sentaba en su jardín, observando las nubes y soñando con viajes lejanos.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano, Luna encontró un hermoso cristal brillante en el suelo. Al acercarse, se dio cuenta de que no era un cristal cualquiera, era un pequeño dragón de cristal con alas brillantes y ojos chispeantes.
"¡Hola, Luna!" - dijo el dragón con una voz suave.
"¡Hola! ¿Quién sos?" - respondió Luna, asombrada.
"Soy Drago, el Dragón de Cristal. He estado esperando a alguien especial como vos para ayudarme. Necesito encontrar mi hogar, que está en el Monte Arcoíris, pero no puedo volar solo. ¿Me ayudarías?"
Luna, emocionada por la idea de una aventura, asintió rápidamente.
"¡Sí! Vamos a buscar tu hogar. Pero, ¿cómo llegamos al Monte Arcoíris?" - preguntó.
"Debemos cruzar el Bosque Encantado, donde se ocultan los misterios, y conseguir las tres Llaves del Arcoíris, que se encuentran con tres guardianes mágicos."
"¡Vale! ¡A explorar!" - exclamó Luna.
Así, juntos se adentraron en el Bosque Encantado. La luz del sol jugaba entre las hojas, y las risas de los pájaros llenaban el aire.
Al poco tiempo, encontraron al primer guardián, un viejo gato con un sombrero alto. El gato, que se hacía llamar Don Gato Sabio, les dijo:
"Para conseguir la primera llave, deben resolver este acertijo: ‘Vivo en el agua, pero no soy un pez. A veces, soy cristalino, y otras veces, un revés’. ¿Qué soy?"
Luna pensó por un momento y sonrió al encontrar la respuesta.
"¡Eres el agua!" - exclamó.
Don Gato Sabio sonrió y les entregó la primera llave.
"¡Muy bien! Solo quedan dos. ¡Buena suerte!" - dijo, guiñándoles un ojo.
Continuaron su camino y pronto encontraron al segundo guardián, un gran búho llamado Doña Plumita.
"Para tener la segunda llave, deben demostrar amistad. Tienen que encontrar a alguien que necesite ayuda y ayudarlo."
Luna miró a su alrededor y vio a un pequeño osito que trataba de alcanzar unas frutas en un árbol alto.
"¡Mirá, Drago! Podemos ayudar al osito."
Juntos, lograron improvisar un pequeño sistema con ramas y hojas para que el osito pudiera alcanzar las frutas.
"¡Gracias! ¡Son unos amigos increíbles!" - dijo el osito, llorando de felicidad.
Doña Plumita, satisfecha con su acción, les dio la segunda llave.
"Ahora solo falta una más. ¡Sigan adelante!" - les dijo.
Finalmente, llegaron al último guardián, un simpático patito llamado Paty.
"Para la última llave, deberán mostrar valor. Deben cruzar el río rugiente a pie. Pero cuidado: ¡las piedras son resbalosas!"
Al principio, Luna dudó. El río sonaba feroz. Pero luego miró a Drago y sintió que su valentía crecía.
"¡Vamos, Drago! Juntos podemos hacerlo."
Tomando de la mano a Drago, comenzaron a cruzar. Con cada paso, el corazón de Luna latía más rápido, pero se mantuvo firme. Juntos, lograron llegar al otro lado del río.
"¡Lo logramos!" - gritó Luna con alegría, mientras Paty les daba la última llave.
Con las tres llaves en mano, finalmente llegaron al Monte Arcoíris. Drago aleteaba de emoción, y al llegar a la cima, un brillo mágico iluminó el lugar.
"Aquí es donde pertenezco. Gracias, Luna, por tu valentía y tu bondad. Con estas llaves, puedo regresar a mi hogar y proteger este lugar."
Al usar las llaves, el cielo se llenó de colores brillantes y un hermoso portal se abrió. Drago, agradecido, le dijo:
"Luna, siempre serás mi amiga. Cada vez que veas un arcoíris, piensa en mí."
Con una sonrisa brillante, Drago voló hacia el portal mágico, desapareciendo en un mar de luces.
Luna regresó a Maravillandia con el corazón lleno de alegría y una lección importante: la valentía y la amistad pueden llevar a cualquier aventura. Desde ese día, cada vez que veía un arcoíris, recordaba a su amigo Drago y el viaje extraordinario que compartieron.
Y así, cada vez que la lluvia cesaba y el sol brillaba, los habitantes de Maravillandia sabían que Luna y el Dragón de Cristal estaban vigilando, recordándoles que la magia de la amistad nunca se apaga.
Fin.
FIN.