El Viaje de Luna y Estrellas
En un tranquilo jardín, donde las flores cantaban y los árboles susurraban historias, vivían dos amigas inseparables: Luna, una pequeña luciérnaga, y Estrellas, una dulce mariposa.
Una noche, mientras brillaban cientos de estrellas en el cielo, Luna dijo:
- ¡Mirá cuántas estrellas hay esta noche! ¿No te gustaría ir a verlas de cerca?
- ¡Sería un sueño hecho realidad! Pero, ¿cómo vamos a llegar allá arriba? - contestó Estrellas con ojos llenos de brillo.
Luna pensó por un instante. Entonces sugirió:
- Podríamos pedirle ayuda a los vientos. Ellos siempre saben cómo llevar a los que lo necesitan.
- ¡Tenés razón! - respondió Estrellas emocionada.
Juntas, levantaron vuelo y buscaron al Viento Sabio, que solía juguetear entre los árboles. Cuando lo encontraron, Luna pidió:
- ¡Oh, Viento Sabio! ¿Podrías ayudarnos a llegar hasta las estrellas?
- Claro, pequeñas. Pero antes, deben demostrarme que están listas para este viaje. - dijo el viento, mientras deslizaba una suave brisa.
- ¿Cómo podemos demostrarlo? - preguntó Estrellas, con curiosidad.
- Deben encontrar tres cosas que les inspiren y las lleven con ustedes.
Las dos amigas se miraron, llenas de entusiasmo.
- ¡Vamos, Luna! - dijo Estrellas. - Seguramente, hay muchas cosas que pueden inspirarnos en este jardín.
Primero, comenzaron a buscar debajo de los pétalos de las flores. Luna encontró una pequeña gota de rocío brillante.
- ¡Miralo, Estrellas! Este rocío es hermoso y refleja todo lo que hay a su alrededor. ¡Es un símbolo de cómo podemos ver belleza en todo!
- ¡Sí! - respondió Estrellas, emocionada. - ¡Lo llevaremos con nosotras!
Luego, se dirigieron a un viejo árbol. Luna vio un pequeño nido de pájaros.
- ¡Mirá lo que encontré! - exclamó. - Este nido representa la familia y los sueños que podemos construir.
- ¡Inspira tanto amor! - afirmó Estrellas. - Debemos llevarlo también.
Por último, se acercaron a una piedra plana. Estrellas notó un rincón donde había unas inscripciones.
- ¡Mirá, Luna! Son palabras de aliento, frases que nos pueden dar confianza en nuestros sueños.
- Exacto, Estrellas. ¡Lo tomaremos también!
De esta manera, Luna y Estrellas retornaron al Viento Sabio, con los tres objetos en su poder.
- Aquí están, Viento Sabio, estos son nuestros tres símbolos de inspiración.
- Muy bien, ahora que tienen esto, vamos a comenzar su aventura. - dijo el viento con una sonrisa traviesa.
Con un torbellino de aire, el viento las levantó, llevándolas hacia el cielo.
Al llegar a las estrellas, se sintieron asombradas por la belleza del universo.
- ¡Espectacular! - gritó Estrellas, mientras hacía piruetas en el aire. - Nunca había visto algo así.
- ¡Y pensar que lo logramos! - respondió Luna. - Esta vista es increíble, pero más importa el viaje que hicimos juntas.
De repente, una estrella grande y brillante se acercó y les habló.
- Bienvenidas, viajantes. He visto su viaje y sé que el amor y la amistad son sus verdaderas fuerzas. ¿Qué desean aprender de las estrellas?
- Queremos saber cómo hacer que otros también vean la belleza en el mundo - dijo Luna con sinceridad.
- La belleza está en cada rincón, pero a veces se necesita un poco de luz para encontrarla. Aquí tienen una chispa de estrellas, déjenla brillar en sus corazones y compártanla con el mundo.
Y así, el Viento Sabio junto a las estrellas, les otorgaron a Luna y Estrellas una chispa de luz especial que las acompañaría en su regreso.
Cuando aterrizaron en el jardín, se sintieron distintas y llenas de energía.
- Ahora sabemos que podemos inspirar a otros a través de nuestra luz. - comentó Estrellas.
- Sí, aunque sea un gesto pequeño, como una sonrisa o ayudar a alguien, podemos hacer la diferencia.
Desde ese día, Luna y Estrellas decidieron recorrer el jardín cada noche, compartiendo su chispa de luz con todos los seres que encontraban. Así, su amistad se volvió un faro de inspiración para otros, recordándoles que lo más importante no es solo llegar a las estrellas, sino también disfrutar el viaje y compartir la belleza del mundo.
Y así terminaron su aventura, pero comenzó la historia de muchos corazones iluminados por su luz.
Mientras el sol se ponía, Luna y Estrellas se miraban con una sonrisa, sabiendo que su viaje apenas comenzaba.
- Mañana será otro día de aventuras - dijo Luna.
- ¡Y seguiremos inspirando a los demás! - contestó Estrellas con alegría.
Y así, con sus corazones llenos de luz y esperanza, se despidieron de la noche, aguardando un nuevo amanecer.
FIN.