El viaje de Luna y la mariposa centelleante



Luna era una niña curiosa que vivía en un pueblo rodeado de un prado brillante. Un día, mientras paseaba, vio una mariposa centelleante, la más hermosa que jamás había visto. Fascinada por su brillo, Luna decidió seguirla, adentrándose más allá de los límites del pueblo.

La mariposa volaba con gracia entre los árboles y las flores, y Luna intentaba seguirla, saltando sobre charcos y esquivando ramas. De repente, la mariposa desapareció detrás de un seto de rosas. Luna se detuvo y contempló el seto. Nunca había estado allí antes, pero estaba determinada a encontrar a la mariposa. Decidió atravesarlo.

Al cruzar el seto, Luna se encontró en un bosque frondoso, lleno de misterios y sonidos nuevos. El sol jugaba a través de las hojas, pintando todo con destellos de luz. Luna se maravilló ante la belleza del lugar, pero también se sintió un poco asustada al darse cuenta de que estaba lejos de su hogar.

-¡Hola! -llamó una voz alegre. Luna se giró y vio a un pájaro de colores brillantes posado en una rama cercana. -¿Estás perdida? - preguntó el pájaro.

- Sí, un poco -admitió Luna-. Estoy buscando a una mariposa, ¿la has visto?

El pájaro sonrió y le explicó que la mariposa centelleante era una criatura mágica que solo se dejaba ver a aquellos con corazón puro y valiente. El pájaro animó a Luna a seguir adelante y confiar en su intuición.

Siguiendo el consejo del pájaro, Luna continuó su camino, sorteando nuevos retos y haciendo nuevos amigos. Ayudó a una ardilla a encontrar su nuez, cantó con las ranas en el arroyo y se rió con las mariposas que revoloteaban a su alrededor.

Finalmente, Luna llegó a un claro en el bosque, donde la mariposa centelleante revoloteaba entre las flores. Al ver a Luna, la mariposa voló a su alrededor, emitiendo destellos de luz que iluminaban el claro. Luna se acercó con cuidado y la mariposa se posó en su hombro.

-Gracias por seguirme -dijo la mariposa con una voz suave y musical-. Has demostrado ser valiente y tener un corazón puro. Ahora, siempre llevarás mi brillo contigo, como símbolo de tu valentía y curiosidad.

Luna regresó a su pueblo con la mariposa centelleante a su lado, ansiosa por contarle a todos sobre su aventura. Desde ese día, la magia y la curiosidad siempre iluminaron su camino.

FIN.

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