El Viaje de Luna y Sol



Era un hermoso atardecer en el valle de Colores, donde el cielo se llenaba de nubes rosadas y anaranjadas. La luna, una pequeña niña llamada Luna, y el sol, un niño radiante llamado Sol, se asomaron desde sus casas en el cielo para jugar juntos antes de que la noche llegara.

"¡Hola, Sol!", gritó Luna, moviendo sus manitas brillantes.

"¡Hola, Luna!", respondió Sol, llenando el aire con cálidos rayos. "¿Te gustaría jugar a pintar el cielo con nuestros colores?"

"¡Sí! ¡Eso suena divertido!", exclamó Luna entusiasmada.

Y así, comenzaron a jugar. Sol soplaba suave y cálido, mientras Luna esparcía su brillo en nubes hermosas. Juntos, llenaron el cielo de colores vibrantes, creando una obra de arte que nadie podría olvidar. Pero a medida que se acercaba la noche, Luna sintió que algo faltaba.

"Sol, me parece que el cielo necesita unas estrellas para brillar aún más", dijo Luna pensativa.

"Tienes razón, Luna. Pero no sabemos cómo hacer estrellas. Quizás podamos pedirle ayuda a las nubes rosadas", sugirió Sol.

Entonces, decidieron hablar con las nubes. Subieron hasta donde danzaban las suaves nubes rosadas y les dijeron:

"¡Hola, nubes! Necesitamos su ayuda. Queremos que el cielo esté lleno de estrellas. ¡¿Nos pueden ayudar? !"

Las nubes, siempre dispuestas a ayudar, respondieron:

"Por supuesto, queridos, pero para eso necesitan un poco de magia. Julia, la dulzura del atardecer, tiene el polvo que hace brillar a las estrellas. Vayan a buscarla en el jardín de las luces."

Sin perder tiempo, Luna y Sol se lanzaron en busca de Julia. Al llegar al jardín, encontraron flores que brillaban en todos los colores.

"Hola, Julia!", gritaron juntos.

"Necesitamos tu polvo mágico para hacer estrellas. ¿Podés ayudarnos?"

Julia sonrió y dijo:

"Claro, pero para obtener el polvo mágico, deben resolver un acertijo. Escuchen: ‘Siempre estoy en el cielo, aunque no me pueden ver, me siento en la noche y brindo mi luz; ¿quién soy yo? ’."

Luna y Sol se miraron intrigados. Después de pensar por un momento, Sol exclamó:

"¡Son las estrellas!"

Julia sonrió de nuevo.

"¡Correcto! Ahora, aquí tienen el polvo mágico. Recuerden usarlo con amor."

Luna y Sol se llenaron las manitas con el polvo brillante y regresaron al cielo. Con cuidado, comenzaron a esparcir el polvo sobre las nubes. De repente, pequeñas estrellitas comenzaron a brillar en el cielo, iluminando la noche.

"¡Lo logramos!", gritó Luna, feliz.

"¡Es hermoso! Pero tenemos que agradecer a nuestras nubes y a Julia", dijo Sol.

Así que, llenos de alegría, hicieron una gran fiesta en el cielo. Invitaron a las nubes rosadas y a Julia. Jugaron, bailaron y compartieron historias bajo el brillante manto de estrellas recién creadas.

Cansados pero felices, se abrazaron antes de que la luna se alzara en el cielo. Luna, con un brillo especial, dijo:

"Gracias, Sol. Juntos hicimos algo hermoso. ¿Volveremos a hacerlo mañana?"

"Sí, siempre juntos, Luna. Después de todo, el mundo necesita más colores y más estrellas", respondió Sol.

Y así, cada atardecer, Luna y Sol continuaron pintando el cielo, haciendo de cada noche un lugar lleno de maravillas y magia, recordando siempre la importancia de trabajar en equipo y de cómo un simple deseo puede brillar con el poder de la amistad.

FIN.

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