El viaje de Luna y su estrella



Había una vez una pequeña niña llamada Luna, que vivía en un pueblo donde cada noche el cielo brillaba con miles de estrellas. A Luna le encantaba mirar las estrellas desde su ventana y soñar con aventuras en el espacio.

Una noche, mientras observaba el firmamento, notó que una estrella brillaba más que las demás. Era una estrella de un color dorado brillante que parecía llamarla. Sin pensarlo dos veces, Luna hizo un deseo en voz alta:

"Estrella brillante, ¿podrías llevarme a vivir una aventura en el espacio?"

Para sorpresa de Luna, la estrella parpadeó y, de repente, comenzó a descender hacia ella. Cuando la estrella tocó su ventana, se transformó en una pequeña criatura encantadora que brillaba con luz dorada.

"Hola, Luna. Soy Estrella y he venido a cumplir tu deseo. ¡Vamos a volar!"

Sin dudarlo, Luna tomó la mano de Estrella y, al instante, se encontraron en medio del espacio, rodeadas de planetas y constelaciones.

"¡Mirá, Luna! Ese es el planeta Júpiter. Su tamaño es asombroso."

Luna observó el enorme planeta con ojos desorbitados. Pero Estrella le advirtió:

"Cuidado, hay un fuerte viento, ¡agárrate!"

Luna, emocionada, se aferró a Estrella mientras volaban justo al lado de las grandes bandas de Júpiter.

Después, Estrella la llevó a un lugar maravilloso.

"Este es el anillo de Saturno, Luna. Está hecho de hielo y rocas. ¿Ves cómo brilla?"

"¡Sí, es precioso!"

Mientras exploraban, Luna y Estrella comenzaron a notar algo extraño. Los colores del espacio parecían desvanecerse y, poco a poco, un silencio inquietante llenaba el aire.

"Estrella, ¿qué está pasando?"

"Creo que alguien está robando los colores del cielo. Debemos averiguarlo. ¡Vamos!"

Las dos amigas se dirigieron a un pequeño planeta lleno de criaturas oscuras que, con grandes mallas, capturaban los colores del espacio. Uno de ellos se dio cuenta de su presencia.

"¿Quiénes son ustedes? ¡No pueden estar aquí!"

Luna, valiente, dio un paso adelante.

"Venimos a ayudar. ¿Por qué están robando los colores?"

El ser oscuro suspiró y, al ver la determinación en los ojos de Luna, contestó:

"Nosotros venimos de un lugar en penumbras. No tenemos colores y quisimos tomarlos de aquí. Pero no sabíamos que les quitaríamos la alegría a otros. Perdónanos, solo queríamos un poco de luz en nuestras vidas."

Luna, con empatía, miró a Estrella y dijo:

"Tal vez podemos ayudarlos. ¿Qué les parece si les traemos un poco de color y alegría desde nuestro planeta?"

El ser oscuro se sorprendió.

"¿Harías eso por nosotros?"

"Sí, ¡así todos podemos ser felices juntos!"

Estrella y Luna regresaron a la Tierra con ilusión. Prepararon varios cristales de colores y, una vez listos, volvieron al planeta oscuro.

"¡Miren lo que traemos!"

Los seres oscuros miraron los cristales con asombro.

"¡Colores! ¡Es hermoso!"

Con cada cristal compartido, los seres oscuros comenzaron a cambiar. Se volvieron más brillantes, sus sonrisas iluminaban el lugar. Estrella sonrió y dijo:

"Ahora ustedes también pueden compartir la alegría de los colores con el universo."

Luna pensó:

"Y el espacio se vuelve un lugar donde todos podemos coexistir y ser felices. ¿Serán amigos de ahora en adelante?"

Los seres oscuros, emocionados, respondieron:

"¡Sí, seremos los mejores amigos!"

Luna y Estrella regresaron a casa, exhaustas pero reconfortadas. Desde aquel día, no solo el cielo de su pueblo brillaba más, sino que también la amistad se extendió entre mundos.

Cada noche, Luna miraba a las estrellas con una sonrisa, sabiendo que había cambiado el universo, uniendo corazones.

"Gracias, Estrella. Fue la mejor aventura. ¡Nunca dejaré de soñar!"

FIN.

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