El Viaje de Luzia



Luzia se despertó sobresaltada, la espesa oscuridad llenaba la habitación. Su corazón latía rápido mientras miraba a su alrededor, tratando de entender qué había pasado. Había soñado que volaba entre nubes de colores, pero ahora todo estaba en silencio y en sombras.

- ¿Mamá? - llamó, sintiéndose un poco asustada.

No hubo respuesta, solo el murmullo del viento que se colaba por la ventana. Luzia se sentó en su cama y recordó la linterna que había dejado en el rincón. Con un pequeño esfuerzo, se levantó y tropezó con un par de juguetes en el camino.

- ¡Ay! - exclamó, pero se levantó rápidamente, decidida a encontrar su luz.

Finalmente, llegó al rincón y tomó la linterna. La encendió, y un haz de luz cortó la oscuridad como un rayo de esperanza. Con su linterna iluminando el camino, Luzia empezó a explorar su habitación.

Mientras iluminaba cada rincón, se dio cuenta de que la oscuridad no era tan aterradora como había pensado. Vio la sombra de su perrito, Nube, que la miraba con curiosidad.

- ¿Estás asustado también, Nube? - le preguntó Luzia con una sonrisa.

Nube meneó la cola y ladró suavemente, como si dijera que todo estaba bien. Luzia se sintió un poco más tranquila y decidió que la oscuridad podía ser una amiga misteriosa.

- Vamos a descubrir qué hay afuera - dijo animada.

Salió de su habitación siguiendo el pasillo, que también estaba lleno de sombras. Con cada paso, su linterna iluminaba algo nuevo: un cuadro familiar con sonrisas felices, el sapo de cerámica que su abuela le había regalado, e incluso la planta que había olvidado regar.

- ¡Qué lindo! ¡No sabía que todas estas cosas estaban aquí! - exclamó Luzia.

Al llegar a la sala, Luzia vio que la luz de la luna se filtraba por la ventana, creando formas mágicas en el suelo.

- ¿Ves, Nube? La luna está con nosotros - dijo mientras señalaba el destello plateado.

De repente, escuchó un suave susurro.

- Hola, Luzia. - era la voz de su amiga Lila, que apareció desde la sombra con una linterna propia.

- ¡Lila! - se sorprendió Luzia, - ¿qué haces aquí?

- Escuché que estabas sola en la oscuridad. Quería hacerte compañía. - dijo Lila con una sonrisa.

Las dos amigas decidieron que era hora de explorar juntas. Con las linternas en mano, comenzaron un juego de sombras, creando figuras en las paredes y contando historias sobre cada una de ellas.

- Mira esa sombra, parece un dragón gigante. - dijo Lila, emanando risa.

- O puede ser un caballero que defiende su castillo - respondió Luzia, con brillo en los ojos.

Y así, entre risas y cuentos, la oscuridad dejó de ser un lugar aterrador para convertirse en un mundo lleno de posibilidades.

Finalmente, Luzia y Lila se sentaron en el suelo. Con las linternas apagadas y rodeadas de luz de luna, murmuraron experiencias sobre lo que significa tener miedo y cómo, a veces, solo se necesita un poco de luz para ver las cosas desde otra perspectiva.

- Al final del día, es solo un lugar diferente - dijo Luzia mientras acariciaba a Nube.

- Sí, y juntos lo hacemos divertido - respondió Lila.

El miedo se fue desvaneciendo en la luz de la amistad, y con la llegada del alba, Luzia aprendió una valiosa lección: a veces, lo desconocido puede ser emocionante y lleno de sorpresas, justo como la oscuridad que había temido.

Cuando la luz del sol empezó a asomarse, las chicas rieron una vez más, listos para enfrentar un nuevo día, llenas de historias por contar y aventuras por vivir.

FIN.

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