El viaje de Manuel hacia la fortaleza interior
Había una vez un señor llamado Manuel que se encontraba viajando por una carretera solitaria en su viejo carro. La noche caía y la luna brillaba en lo alto del cielo, iluminando el camino oscuro y lleno de misterio.
De repente, Manuel vio algo extraño a lo lejos: una figura oscura que parecía flotar en medio de la carretera.
Al acercarse más, se dio cuenta de que era una bruja con largos cabellos negros y ojos brillantes como estrellas. Manuel sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero decidió no retroceder y siguió avanzando lentamente hacia la bruja. La bruja levantó su mano huesuda y señaló hacia un desvío en la carretera.
Manuel, intrigado, decidió tomar ese camino a pesar del miedo que sentía. Mientras conducía por el nuevo sendero, comenzaron a aparecer luces parpadeantes y sombras danzantes entre los árboles. De repente, el carro de Manuel se detuvo en seco.
Intentó encenderlo varias veces sin éxito. Frustrado, bajó del vehículo para revisar qué estaba pasando. Fue entonces cuando escuchó una risa malévola detrás suyo. "¿Quién anda por mis dominios?", dijo la voz siniestra.
Manuel se dio vuelta rápidamente y vio a la bruja parada frente a él con una mirada penetrante. "Soy Manuel, solo soy un viajero perdido tratando de encontrar mi camino", respondió tembloroso.
La bruja sonrió de manera inquietante y le dijo:"Te ayudaré a encontrar tu rumbo si logras superar tres pruebas". Manuel asintió con determinación y aceptó el desafío propuesto por la bruja. La primera prueba consistía en cruzar un puente colgante sobre un río embrujado lleno de criaturas fantasmales.
Con valentía, Manuel caminó paso a paso hasta llegar al otro lado, superando así la primera prueba. La segunda prueba requería que Manuel encontrara una llave mágica escondida en medio de un laberinto encantado.
Con paciencia y astucia logró hallarla entre las sombras engañosas del laberinto, superando así también esta dificultad impuesta por la bruja. Finalmente, llegó el momento de la tercera prueba: enfrentarse al mayor temor de Manuel reflejado en un espejo mágico.
Al mirarse fijamente, vio sus dudas e inseguridades reflejadas frente a él. Sin embargo, recordó todas las adversidades que ya había superado en su vida y cómo siempre había salido adelante con valentía y determinación.
Con renovada confianza en sí mismo, rompió el espejo con decisión y coraje. En ese instante, todo empezó a temblar y brillar intensamente a su alrededor hasta que finalmente todo volvió a estar tranquilo.
Cuando abrió los ojos nuevamente, se encontraba junto a su carro en medio de la carretera iluminada por el sol del nuevo día. La bruja ya no estaba allí pero pudo sentir su presencia reconfortante flotando en el aire.
Desde aquel día, Manuel siguió adelante con renovadas fuerzas sabiendo que siempre tendría dentro de sí mismo el valor necesario para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
Y aunque nunca más volvió a ver a la misteriosa bruja, siempre recordaría aquella noche como una lección valiosa sobre autoconfianza y determinación ante las adversidades.
FIN.