El viaje de Marcela y sus treinta estrellas



En un soleado día de marzo, treinta alumnos y alumnas ingresaron al colegio San Martín. Estaban llenos de alegría, expectantes por lo que les depararía el nuevo año escolar.

Entre risas y nerviosismo, se agruparon en el patio central mientras esperaban a que la profesora Marcela los recibiera.

- ¡Chicos y chicas! ¡Bienvenidos al segundo grado del colegio San Martín! Soy la profesora Marcela y seré su guía en este maravilloso viaje de aprendizaje -dijo con entusiasmo la maestra, una mujer joven y carismática que irradiaba alegría. Los niños y niñas se miraron entre ellos, emocionados por empezar esta nueva etapa. Miss Marcela les explicó las normas del colegio: respeto, compañerismo, esfuerzo y solidaridad.

Les habló sobre la importancia de trabajar en equipo y ayudarse mutuamente para crecer juntos. Durante las primeras semanas, los alumnos se adaptaron a su nueva rutina escolar. Descubrieron materias fascinantes como matemáticas, ciencias naturales e historia.

Realizaron experimentos en el laboratorio, crearon obras de arte en clase de plástica y disfrutaron de cuentos fantásticos en la hora del cuento. Pero no todo fue color de rosas. Algunos niños tuvieron dificultades para concentrarse o seguir las normas.

Fue entonces cuando miss Marcela demostró su verdadero valor como educadora. Con paciencia infinita y amor incondicional, dedicó tiempo extra a esos alumnos que lo necesitaban, brindándoles apoyo emocional y académico.

Un día, durante una clase de música, uno de los niños más tímidos del salón sorprendió a todos al levantarse frente al grupo y cantar con una voz dulce y melodiosa. Los demás lo aplaudieron emocionados, admirando su valentía y talento.

- ¡Eso estuvo increíble! ¡Eres un verdadero artista! -exclamó miss Marcela con orgullo en sus ojos. A partir de ese momento, algo cambió en el salón. Los niños comenzaron a apoyarse mutuamente, a celebrar las diferencias y a aprender unos de otros.

Se formó un vínculo especial entre ellos basado en el respeto y la empatía. Al final del año escolar, durante la ceremonia de clausura, miss Marcela entregó diplomas a cada uno de sus alumnos con una sonrisa cálida en el rostro.

- Niños y niñas del segundo grado -comenzó-, han demostrado ser capaces de superar desafíos juntos, aprender unos de otros y crecer como personas íntegras. Estoy muy orgullosa del camino que han recorrido juntos este año.

Los padres presentes aplaudieron emocionados mientras los niños se abrazaban felices. Habían aprendido mucho más que matemáticas o ciencias; habían aprendido valores fundamentales para ser buenas personas.

Y así terminó un año escolar inolvidable en el colegio San Martín donde la alegría, las normas y la felicidad guiadas por miss Marcela habían transformado a treinta pequeños corazones ansiosos por descubrir el mundo.

FIN.

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