El viaje de Marco en busca de su verdadera familia
Marco era un niño especial. Tenía una sonrisa que iluminaba la habitación, pero su corazón estaba lleno de tristeza. Desde que tenía memoria, vivía en un hogar de acogida, ya que sus padres biológicos lo habían abandonado cuando apenas era un bebé. Su enfermedad lo mantenía alejado de los otros niños, y a menudo se sentía solo.
Un día, Marco decidió emprender un viaje en busca de sus verdaderos padres. Con valentía, hizo su mochila con algunas galletitas, su peluche favorito y una foto arrugada que guardaba desde pequeño. Decidió comenzar su aventura sin decirle a nadie, porque sabía que si contaba su plan, intentarían detenerlo.
Caminó y caminó, atravesando bosques y campos, preguntando a la gente que encontraba si conocían a sus padres. Algunos le mostraban lástima, otros simplemente lo ignoraban. Las horas se convirtieron en días, y los días en semanas, pero él no se daba por vencido.
En su camino, conoció a un perro callejero llamado Lucas. Lucas se convirtió en su fiel compañero y juntos compartieron alegrías y tristezas. 'No estás solo, Marco', le decía Lucas con sus ojos brillantes. 'Tienes a alguien que te acompaña en esta búsqueda'.
Después de muchas peripecias, Marco finalmente encontró una pista que lo llevó a una pequeña casa al borde del bosque. Cuando llamó a la puerta, una mujer con ojos cansados abrió. Marco le mostró la foto arrugada que guardaba en su mochila. La mujer la tomó entre sus manos y sus ojos se llenaron de lágrimas. Esa mujer era su madre biológica. 'Hijo, te hemos buscado sin cesar', le dijo entre sollozos.
Resultó que sus padres biológicos lo habían abandonado por circunstancias difíciles, pero desde entonces, habían deseado desesperadamente encontrarlo.
Marco finalmente encontró lo que había estado buscando, pero más importante aún, descubrió que el amor de una familia no siempre viene de la sangre, sino del corazón. Ahora, con una nueva familia que lo acogía con amor, y con su fiel amigo Lucas a su lado, Marco supo que la verdadera felicidad no está en el destino, sino en el viaje mismo.
FIN.