El viaje de Margarita y el robot gigante



Había una vez una señora llamada Margarita, que vivía en una pequeña ciudad actual. Margarita era una mujer muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de su ciudad, vio algo extraño en el horizonte: un robot enorme de espaldas. Margarita se acercó al robot y le preguntó: "¡Hola! ¿Qué haces aquí?"El robot se giró lentamente y respondió con voz metálica: "Estoy buscando mi hogar". Margarita quedó sorprendida.

Nunca antes había visto a un robot tan grande y amigable. Decidió ayudarlo a encontrar su hogar, así que le propuso ir juntos a explorar la ciudad futurista que estaba al otro lado del puente.

El robot aceptó encantado la propuesta de Margarita y juntos comenzaron su emocionante aventura hacia la ciudad futurista. Al cruzar el puente, se encontraron con calles llenas de luces brillantes, edificios altos y personas caminando apresuradas.

Mientras caminaban por las calles futuristas, Margarita notó que algunas personas parecían tristes o abrumadas por la tecnología que los rodeaba. Decidió detenerse frente a un parque donde había niños jugando felices.

"Robotito, creo que necesitamos llevar esta alegría a toda la ciudad", dijo Margarita con determinación. El robot asintió emocionado y juntos idearon un plan para llevar alegría a las personas de esa ciudad futurista. Comenzaron a repartir sonrisas, abrazos cálidos y palabras de aliento a todos los que encontraban en su camino.

La gente se sorprendió al ver a una señora y un robot gigante preocupándose por ellos. Poco a poco, las caras tristes se transformaron en sonrisas y la ciudad futurista comenzó a llenarse de alegría.

Margarita y el robot continuaron su labor durante varios días, pero pronto se dieron cuenta de que era hora de regresar a casa. Habían cumplido su misión de llevar felicidad a esa ciudad futurista. "Gracias por todo, querida Margarita", dijo el robot con gratitud.

"Ahora sé que mi hogar está donde haya personas felices". Margarita sonrió y le dio un abrazo al robot. Juntos emprendieron el viaje de regreso hacia la pequeña ciudad actual.

A medida que caminaban por las calles conocidas, Margarita reflexionó sobre lo importante que es compartir nuestra alegría con los demás. Al llegar a casa, Margarita se dio cuenta de cuánto había aprendido durante su aventura junto al robot.

Comprendió que no importa lo diferente o extraño que parezca alguien, siempre hay algo bueno en cada persona o ser como ese gran robot. Desde entonces, Margarita se convirtió en una inspiración para su comunidad.

Siempre estaba dispuesta a ayudar y traer alegría a quienes más lo necesitaban. Y así termina esta historia llena de amistad, aventura y enseñanzas valiosas. Recuerda siempre buscar la felicidad dentro de ti y compartirla con los demás, sin importar cómo sean o qué aspecto tengan.

FIN.

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