El Viaje de María hacia la Valiente
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Lalamía, una niña llamada María. María era conocida por su gran imaginación, pero había un problemita: era muy tímida y apenas podía hablar en público. Siempre se sentaba en el rincón de la clase, observando a sus compañeros compartir sus ideas.
Un día, la maestra lanzó un emocionante proyecto: el concurso del 'Gran Vuelo de Ideas', donde los estudiantes tendrían que presentar sus mejores inventos. El ganador podría ver su proyecto fabricado y exhibido en la feria del pueblo. María sintió mariposas en el estómago, pero también una chispa de emoción.
"¡Esto es lo que siempre soñé!" - se dijo a sí misma. Pero de inmediato, la idea de hablar frente a todos la llenó de miedo.
Ese mismo día, María decidió dar una vuelta por el parque para despejar su mente. Mientras paseaba junto a los árboles, se encontró con un pajarito que había caído de su nido. Era un pequeño pajarito azul que se veía muy asustado.
"¡Oh! Pobrecito, no puedes quedarte aquí solo" - dijo María, mirándolo con ternura. Con mucho cuidado, lo recogió y, al instante, sintió que ese pequeño ser necesitaba su ayuda. "Voy a ayudarte a volver a tu hogar" - prometió.
María buscó la manera de devolver al pajarito a su nido. Mientras trepaba a un árbol bajo la mirada atenta de algunos niños del parque, un chico llamado Lucas la observó.
"¡Hola! ¿Necesitás ayuda con eso?" - preguntó Lucas, acercándose.
"Sí, por favor. Este pajarito se ha caído y quiero llevarlo a su casa" - respondió María con un hilo de voz.
"Podemos hacerlo juntos. Voy a ayudarte a subir" - dijo Lucas con una sonrisa.
Con la ayuda de Lucas, lograron devolver al pajarito a su nido. Cuando María lo vio volver con su familia, se sintió llena de satisfacción.
"¡Lo logramos!" - exclamó, olvidándose un poco de su timidez.
Lucas la miró con admiración. "Sos muy valiente por ayudarlo. A veces hay que arriesgarse. ¿Sabés que podés hacer lo mismo con tus ideas en el concurso?"
María sonrió tímidamente. "No sé... Hablar en frente de todos me hace sentir muy nerviosa"
"Yo también soy un poco tímido, pero yo creo que tus ideas son únicas y merecen ser escuchadas. Podemos practicar juntos, si quieres" - propuso Lucas.
María sintió un brillo de esperanza. "¿De verdad? ¿Practicarías conmigo?"
"Claro, hagámoslo. Primero, ¿cuál es tu idea?" - preguntó Lucas, intrigado.
María pensó un momento. "Quiero inventar un juguete que ayude a traer a los amigos juntos, algo que todos puedan usar, como una máquina de compartir historias" - dijo emocionada.
"¡Eso suena increíble!" - Lucas se entusiasmó. "Puedo ayudarte a hacer un dibujo y a ensayar lo que dirás"
Los dos comenzaron a trabajar juntos en el invento. Cada día, después de clases, se reunían en el parque. Lucas dibujaba mientras María contaba su idea. Con el tiempo, la timidez de María se fue desvaneciendo, y comenzó a disfrutar compartir sus pensamientos.
Finalmente llegó el día del concurso. María, con su corazón latiendo rápido, subió al escenario con Lucas junto a ella.
"Estamos aquí para presentarles un invento muy especial que hemos creado juntos" - comenzó María temblorosa. Pero al mirar el rostro animado de Lucas y el apoyo de su nuevo amigo, encontró un poco de valentía.
"Es la Máquina de Compartir Historias. Este juguete permite que todos se sienten juntos y cuenten una historia, fomentando la amistad y la creatividad" - continuó, viendo cómo algunos de sus compañeros asentían con interés.
María vio a sus compañeros sonreír y sintió que su miedo se desvanecía. Al finalizar su presentación, la sala estalló en aplausos.
"Lo hiciste genial!" - celebró Lucas mientras se bajaban.
"No podría haberlo hecho sin vos" - le respondió María, agradecida.
Para sorpresa de ambos, el jurado anunció que su idea había sido elegida como la ganadora.
"¡Sos una genia, María!" - exclamó Lucas.
"¡No, somos un equipo!" - retó ella con una sonrisa radiante.
El tiempo pasó y, gracias a su trabajo en equipo, la Máquina de Compartir Historias fue fabricada y presentada en la feria del pueblo. María nunca olvidaría cómo su timidez se aventuró hacia la valentía, todo gracias a un pequeño pajarito y un gran amigo.
La historia de María nos enseña que a veces, para superar nuestros miedos, necesitamos un empujoncito de alguien especial, y que nuestras ideas son valiosas y merecen ser compartidas.
María aprendió que, aunque a veces temer, siempre vale la pena dar el primer paso.
FIN.