El Viaje de Mariana



Había una vez, en una colorida ciudad argentina, una chica llamada Mariana, que se encontraba en un capítulo inesperado de su vida. Mariana tenía apenas diecisiete años y estaba esperando un bebé. Sus papás, con quienes vivía, estaban atravesando un difícil proceso de divorcio. Aunque el ambiente en casa era tenso, Mariana era una joven valiente y llena de sueños.

Un día, mientras trataba de concentrarse en sus estudios, escuchó a sus padres discutir en la sala.

"No puedo seguir así, no soy feliz aquí" - decía su mamá, con lágrimas en los ojos.

"Pero, ¿qué pasará con Mariana?" - respondía su papá, preocupado.

Mariana sintió cómo su corazón se encogía. Se preocupaba por sus padres, pero también quería que cada uno fuera feliz. Salió a caminar al parque, donde veía a los niños jugar y a las familias disfrutar del sol.

Mientras paseaba, una ancianita se le acercó. Tenía una sonrisa dulce y ojos brillantes.

"Querida, te veo preocupada. ¿Qué te pasa?" - preguntó la señora.

"Estoy embarazada y mis papás están enojados todo el tiempo. Me da miedo lo que va a pasar" - contestó Mariana, sin poder contener las lágrimas.

"A veces, las tormentas aparecen antes de que brille el sol. Pero recuerda, cada cambio trae consigo una nueva oportunidad. ¿Puedes pensar en algo hermoso que deseas para tu bebé?" - dijo la ancianita.

Mariana se secó las lágrimas y sonrió al recordar el mural de colores que soñaba pintar en la habitación del bebé.

"Me gustaría que mi bebé tenga un cuarto lleno de colores y alegría" - dijo Mariana, sintiendo una chispa de esperanza.

"Entonces, ¡eso harás! Usa tu creatividad para llenar de amor ese nuevo espacio. Y recuerda, el amor de un hijo puede transformarlo todo" - le animó la anciana.

Con renovada energía, Mariana regresó a casa y comenzó a pensar en cómo podía hacer que su vida y la de su bebé fuera especial. Se sentó con su mamá y le propuso:

"¿Y si pintamos juntos la habitación del bebé?" - sugirió, con una sonrisa.

"Eso suena genial, Mariana. Podríamos hacer algo muy bonito. El arte siempre me ha ayudado a sentirme mejor" - respondió su mamá, entusiasmada.

Mariana decidió que ese era el primer paso. Cuando su papá llegó a casa, Mariana lo acercó a algunas ideas que había dibujado.

"Papá, estoy pensando en pintar la habitación del bebé. ¿Nos podrías ayudar?" - preguntó Mariana.

"Claro que sí, princesa. Es un gran proyecto, y tengo muchas ganas de hacerlo contigo" - sonrió su papá, comenzando a ver la luz en medio de la tormenta.

En los días siguientes, Mariana y su mamá comenzaron a mezclar colores y a crear un hermoso mural lleno de estrellas, flores y sonrisas. Su papá también se unió, y pronto, la habitación se llenó de risas y buenos momentos.

Cada día, Mariana se sintió un poco más fuerte y motivada. Se convirtió en un faro de luz para su familia. Ella no solo estaba creando un espacio para su bebé, sino que también les estaba recordando a sus papás lo importante que era unirse en momentos difíciles.

El día del nacimiento del bebé llegó y, cuando Mariana lo abrazó por primera vez, sintió que todo el esfuerzo valió la pena. Sus papás estaban allí, juntos, disfrutando de esa hermosa llegada.

Con todo el amor que habían aprendido a regalarse, Mariana supo que podían pasar por muchos cambios, pero mientras haya amor, siempre habrá una luz que guié sus corazones.

Así, Mariana, su mamá y su papá se dieron la mano y prometieron cuidarse mutuamente, creando un nuevo capítulo lleno de amor y colores en sus vidas.

Y así, Mariana no solo se convirtió en una mamá amorosa, sino también en un testigo del poder de la unidad, el amor y la creatividad. Con cada día que pasaba, el mural parecía brillar más y más, simbolizando la esperanza que había iniciado con una simple pregunta: ¿Qué deseas para tu bebé?

Y así, vivieron felices, juntos y llenos de nuevos sueños por realizar.

FIN.

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