El Viaje de Mariana
Era una noche de verano cuando Mariana, una chica de 16 años, asistió a la fiesta de cumpleaños de su amiga Valeria. La música sonaba fuerte y las luces de colores iluminaban el jardín. Todos estaban alegres, riendo y bailando. Mariana disfrutaba del momento, sin preocuparse por el mundo que la esperaba fuera de la fiesta.
Sin embargo, en casa, sus padres estaban en medio de un complicado proceso de divorcio. Su papá se mudó a otro lugar y su mamá estaba más ocupada y triste que nunca. La situación la tenía angustiada. Mariana se sentía atrapada entre la felicidad momentánea de sus amigos y la tristeza del hogar.
Unos días después de la fiesta, Mariana comenzó a sentir que algo no estaba bien. Con dudas y nervios, decidió hacer una prueba de embarazo que cambiaría su vida para siempre. Cuando vio el resultado, su mundo se detuvo por un segundo y luego comenzó a girar en una dirección que nunca imaginó.
Mariana tuvo miedo de compartir la noticia, así que se lo contó primero a su mejor amiga, Valeria.
"Valeria, no sé qué voy a hacer. Estoy embarazada..." dijo Mariana con voz temblorosa.
"¿Qué? ¿Estás segura?" respondió Valeria, abrumada pero tratando de ser solidaria.
"Sí, y mis papás se están divorciando. No sé si ellos estarán ahí para ayudarme...".
Valeria abrazó a Mariana, y en ese momento, comprendió que aunque era un gran problema, no estaba sola. Decidieron hablar con la mamá de Mariana, quien aunque preocupada, fue comprensiva.
"Mariana, esto es inesperado, pero estoy aquí para ayudarte. Lo primero que debemos hacer es hablar sobre tus opciones", le dijo su mamá, con voz suave pero firme.
"¿Qué opciones?" preguntó Mariana, sintiéndose pequeña y perdida.
"Podés considerar la posibilidad de ser mamá, pensar en darlo en adopción, o incluso no seguir adelante con el embarazo si eso es lo que crees que es mejor para vos. Sea lo que sea, lo haremos juntas."
Mariana se sintió aliviada de tener el apoyo de su mamá, aunque todo parecía incierto. Los días pasaron y decidieron visitar a una consejera. Allí, Mariana aprendió sobre la maternidad y las responsabilidades que implicaba, pero también sobre la posibilidad de seguir adelante con sus sueños. La consejera le preguntó:
"¿Qué sueña Mariana?"
"Quiero ir a la universidad, viajar, conocer el mundo..." respondió Mariana con un brillo en los ojos.
Al escuchar eso, la consejera le sugirió considerar un plan que le permitiera seguir sus estudios mientras se preparaba para ser madre. Fue entonces cuando Mariana decidió que podía hacer ambas cosas, pero necesitaba organizarse muy bien.
Mariana y su madre hablaron de lo que significaría tener un bebé. Sus días de diversión cambiarían, y eso era una gran responsabilidad. A pesar de todo, Mariana se sintió emocionada por la idea de ser mamá, y su relación con su madre se fortaleció a medida que planificaban juntas el futuro.
Pasaron los meses y Mariana se preparó para dar la bienvenida a su bebé. Aprendió sobre cuidados y sobre lo que significaba ser madre. Sus amigos, al enterarse de la noticia, decidieron apoyarla, por lo que comenzaron a organizar un grupo de ayuda.
"Podemos turnarnos para cuidarlo y hacer tareas", dijo Valeria, sonriente.
"¡Sí! No tenés que hacer esto sola!" agregó otra amiga.
El día del nacimiento llegó y, aunque fue un momento de nervios y emoción, Mariana se sintió rodeada de amor. Cuando su pequeño hijo nació, la felicidad invadió su corazón. Mariana se dio cuenta de que, aunque lo inesperado puede ser aterrador, con apoyo y amor, puede convertirse en una hermosa aventura.
Con el tiempo, lograron equilibrar sus nuevas rutinas. Mariana siguió estudiando, su madre estaba más fuerte que nunca y a su papá le sorprendió gratamente el amor que sentía por su nieto. De pronto, el divorcio de sus padres dejó de ser un peso tan grande. En lugar de eso, se convirtieron en un equipo para criar al pequeño.
La vida no era como Mariana la había imaginado, pero estaba llena de amor, amistades verdaderas y nuevas oportunidades. Con esfuerzo, logró seguir soñando y construyendo su futuro, y lo más importante, aprendió que cada desafío puede convertirse en una oportunidad de crecimiento y amor.
Y así, el viaje de Mariana apenas comenzaba.
FIN.