El viaje de Mateo
Había una vez un pequeño pueblo en el corazón de la Patagonia Argentina, rodeado de hermosos paisajes y montañas nevadas. En ese lugar vivía un niño llamado Mateo, quien era muy curioso y aventurero.
Un día, mientras exploraba los alrededores del pueblo, Mateo escuchó una historia intrigante sobre un loco que andaba por el páramo de Piñán. Según decían los vecinos, este hombre solitario vivía en las alturas de la montaña y nadie sabía qué hacía allí.
Mateo no podía resistir la tentación de descubrir quién era este misterioso personaje. Decidió emprender un viaje hacia el páramo de Piñán para averiguarlo. Llenó su mochila con provisiones y se despidió de sus padres antes de partir.
Después de caminar durante horas entre senderos rocosos y bosques frondosos, Mateo llegó al pie del páramo. La nieve cubría todo a su alrededor y el viento soplaba fuerte.
Sin embargo, eso no detuvo su determinación por encontrar al loco. Subiendo por la ladera empinada, Mateo divisó una pequeña cabaña en medio del blanco paisaje. Se acercó cautelosamente y golpeó la puerta tres veces.
Para su sorpresa, fue recibido por un anciano amable con barba blanca y ojos brillantes. "¿Quién eres tú?", preguntó el anciano con voz serena. "Soy Mateo", respondió el niño con entusiasmo. "He venido a conocer al loco que anda por el páramo de Piñán.
¿Eres tú?"El anciano sonrió y le invitó a pasar. Mateo se adentró en la cabaña y quedó maravillado con lo que vio: estanterías llenas de libros, cuadros coloridos en las paredes y un escritorio donde el anciano trabajaba.
"No soy ningún loco", dijo el anciano riendo. "Mi nombre es Don Ernesto y aquí me dedico a escribir cuentos e historias para niños como tú". "¡Wow! Eso suena increíble", exclamó Mateo.
"¿Puedes contarme una historia?"Don Ernesto asintió con una sonrisa y comenzó a contarle una historia sobre un valiente niño que se enfrentaba a sus miedos y lograba grandes cosas. Mateo escuchaba atentamente cada palabra, fascinado por las aventuras del protagonista.
Pasaron los días, semanas y meses, y Mateo se convirtió en un visitante frecuente de la cabaña de Don Ernesto. Juntos compartían historias, risas e incluso preparaban deliciosos mates argentinos.
Un día, mientras disfrutaban del té caliente, Mateo le confesó a Don Ernesto su deseo de convertirse en escritor cuando fuera grande. El anciano lo miró con orgullo y le dijo:"Mateito, recuerda siempre que los sueños pueden hacerse realidad si uno trabaja duro para alcanzarlos. Nunca dejes de creer en ti mismo".
Con estas palabras inspiradoras resonando en su corazón, Mateo regresó al pueblo decidido a seguir su pasión por la escritura. Con el tiempo, se convirtió en un famoso autor de cuentos infantiles y llevó alegría a muchos niños alrededor del mundo.
Y así, gracias al encuentro con Don Ernesto, Mateo aprendió que la locura no existe en los páramos de Piñán.
Lo único que encontró fue sabiduría, amistad y la chispa para seguir sus sueños sin importar lo que diga el resto del mundo.
FIN.