El Viaje de Mateo a la Fábrica del Chocolate



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Dulzura, un chico curioso y aventurero llamado Mateo.

A pesar de haber probado muchas golosinas y postres, nunca había tenido la oportunidad de probar el chocolate más delicioso que se había hecho en la famosa fábrica de chocolates "El Paraíso". Un día, mientras paseaba por las coloridas calles del pueblo, Mateo escuchó a unos niños hablar emocionados sobre lo increíblemente delicioso que era el chocolate de "El Paraíso".

Su curiosidad se despertó al instante y decidió que haría todo lo posible por probarlo.

Sin embargo, al llegar a la fábrica de chocolates, se encontró con una sorpresa desagradable: ¡habían cerrado por reformas! Mateo se sintió frustrado, pero no quiso darse por vencido. Decidió esperar pacientemente a las afueras de la fábrica hasta que volviera a abrir sus puertas. Pasaron varios días y finalmente llegó el tan esperado momento: "El Paraíso" volvía a estar abierto al público.

Mateo corrió emocionado hacia la entrada y fue recibido por el dulce aroma a cacao que inundaba el lugar. Dentro de la fábrica, se encontró con el amable dueño, Don Chocolato, quien le dio la bienvenida con una sonrisa.

"¡Bienvenido, joven aventurero! ¿Qué te trae por aquí?", preguntó Don Chocolato. "Quiero probar el chocolate más delicioso que hay en este lugar", respondió Mateo emocionado.

Don Chocolato asintió con complicidad y le mostró una variedad de exquisitos chocolates: blanco, con leche, negro e incluso rellenos de frutas y frutos secos. Mateo no sabía cuál elegir primero. Después de darle vueltas varias veces alrededor del mostrador lleno de tentaciones chocolatosas, finalmente decidió probar un trozo del chocolate negro con almendras tostadas.

Al primer mordisco, sus ojos se iluminaron y su boca estalló en sabores nunca antes experimentados. "¡Esto es increíble! Nunca imaginé que algo pudiera ser tan delicioso", exclamó Mateo entre risas y saboreando cada pedacito de chocolate.

Don Chocolato sonrió satisfecho al ver la alegría en los ojos del chico y le dijo: "Recuerda siempre que las mejores cosas llegan para aquellos que tienen paciencia y perseverancia. Nunca dudes en buscar aquello que te haga feliz".

Desde ese día, Mateo visitaba regularmente la fábrica de chocolates "El Paraíso" para disfrutar de su dulce tesoro favorito.

Y así aprendió una valiosa lección: nunca rendirse ante los obstáculos y siempre seguir buscando aquellas pequeñas grandes cosas que hacen felices nuestros corazones. Y colorín colorado... ¡este cuento chocolatosamente delicioso ha terminado!

FIN.

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