El viaje de Mateo hacia la empatía
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy inteligente y curioso, pero tenía una dificultad: le costaba mucho entender las emociones de los demás.
No sabía cómo interpretar cuando alguien estaba feliz, triste o enojado. Un día, la maestra de Mateo les anunció a todos los niños que iban a hacer un viaje escolar al zoológico. Todos estaban emocionados por la noticia, excepto Mateo.
Él no entendía por qué todos estaban tan contentos. Al llegar el día del viaje, los niños se encontraron en la escuela y subieron al autobús.
Mateo se sentó solo en su asiento y miraba por la ventana sin mostrar emoción alguna. En el zoológico, los demás niños corrían emocionados viendo a los animales y riendo con alegría. Pero Mateo seguía sin comprender qué era lo que tanto disfrutaban.
De repente, vio a una pequeña niña llorando cerca de la jaula de los monos. Se acercó lentamente y le preguntó:- ¿Por qué lloras? ¿Qué te pasa? La niña sollozante respondió:- Perdí mi muñeca favorita mientras estábamos viendo a los monos. No sé qué hacer.
Mateo pensó por unos segundos y dijo:- ¡Espera aquí! Voy a ayudarte a encontrarla. Mateo comenzó a buscar entre las hojas secas del suelo y debajo de las ramas caídas mientras otros niños seguían disfrutando del zoológico sin percatarse de lo que sucedía.
Finalmente, encontró la muñeca escondida entre unos arbustos. - ¡Aquí está! - exclamó Mateo con alegría mientras devolvía la muñeca a la niña. La pequeña niña sonrió y le dijo:- ¡Muchas gracias! Eres muy amable.
Ese momento cambió algo en Mateo. Por primera vez, pudo entender lo que significaba sentir empatía y comprender las emociones de los demás. Comprendió que ayudar a alguien en momentos difíciles podía hacer feliz tanto al otro como a uno mismo.
Desde ese día, Mateo se convirtió en un niño más comprensivo y empático. Aprendió a leer las emociones de los demás y siempre estaba dispuesto a tender una mano cuando alguien lo necesitaba.
El resto del viaje escolar fue maravilloso para Mateo. Disfrutó viendo a los animales, riendo con sus amigos y compartiendo momentos especiales con todos ellos. A partir de ese día, Mateo entendió que aunque cada persona vive sus propias emociones, siempre podemos estar allí para apoyarnos mutuamente.
Y así, aprendió el valor de la comprensión y la importancia de ser solidario con quienes nos rodean.
FIN.