El Viaje de Maya
. Maya se sentía atrapada en su pequeña ciudad y anhelaba aventuras emocionantes en lugares lejanos, pero sus padres insistían en que era demasiado peligroso para una niña sola.
Un día, mientras paseaba por el parque, Maya vio a un grupo de palomas volando libremente en el cielo. Se quedó mirándolas durante mucho tiempo, soñando con ser como ellas y poder volar lejos de allí.
Fue entonces cuando se encontró con un anciano sabio que estaba alimentando a las palomas. Él notó la tristeza en los ojos de Maya y le preguntó qué la estaba molestando. "Quiero viajar por el mundo, conocer lugares nuevos y vivir grandes aventuras", dijo ella con tristeza.
El anciano sonrió y le dijo: "Maya, no necesitas alas para volar alto. Todo lo que necesitas es tener fe en ti misma". Él compartió historias inspiradoras de personas valientes que habían superado obstáculos aparentemente imposibles para alcanzar sus sueños.
Le habló de exploradores intrépidos que se aventuraron hacia lo desconocido y descubrieron maravillas increíbles. "¿Pero cómo puedo hacerlo? Mis padres no me dejarán ir", preguntó ella desesperada. "Recuerda siempre esto: tu corazón es tu brújula.
Si sigues tus sueños con pasión y determinación, encontrarás la manera", respondió el anciano sabio. Con estas palabras inspiradoras resonando en su mente, Maya decidió tomar medidas para cumplir su sueño.
Comenzó a leer libros sobre diferentes países del mundo y aprendió todo lo que pudo sobre diferentes culturas y lugares de interés. También comenzó a ahorrar su dinero para poder viajar algún día. Un día, mientras caminaba por la calle, vio un cartel que anunciaba una competencia de ensayos sobre viajes.
El premio era un viaje a cualquier parte del mundo. Maya sabía que esta era su oportunidad, y se dedicó a escribir el mejor ensayo posible. Cuando llegó el día de la competencia, Maya estaba nerviosa pero emocionada.
Cuando anunciaron al ganador, no podía creerlo: ¡era ella! Había ganado un viaje pagado a cualquier lugar del mundo.
Con lágrimas en los ojos, abrazó al anciano sabio y le dio las gracias por haberle dado la confianza para perseguir sus sueños. "Recuerda siempre: eres más fuerte de lo que piensas", dijo él con una sonrisa. Maya se embarcó en su aventura con valentía y determinación. Viajó por todo el mundo, descubriendo nuevas culturas y enfrentando desafíos emocionantes.
Y aunque nunca olvidaría sus raíces españolas ni abandonaría su hogar para siempre, supo que había logrado algo increíble: había volado alto sin alas gracias a su pasión y fe en sí misma.
FIN.