El Viaje de Miguel y la Ballena
y muchas otras criaturas maravillosas. Miguel era un niño curioso y aventurero. Siempre se preguntaba cómo sería vivir en el océano y conocer a todos los animales que lo habitaban.
Pero tenía un problema: le tenía mucho miedo al agua. Cada vez que intentaba nadar, sentía que se hundía y no podía respirar. Un día soleado, Miguel decidió ir al muelle para ver si encontraba algo interesante.
Mientras caminaba por la orilla, vio a una ballena gigante jugando con su pequeño ballenato cerca de la costa. El pequeño ballenato parecía estar en apuros, luchando por volver al agua profunda. Sin pensarlo dos veces, Miguel corrió hacia ellos y extendió su mano para ayudar al ballenato.
La madre ballena miró a Miguel con gratitud en sus ojos enormes y sonrió con ternura mientras nadaban juntos hacia aguas más seguras. "-Muchas gracias por ayudarnos", dijo la madre ballena con voz suave pero poderosa.
"-Eres valiente y amable". Miguel estaba asombrado de poder comunicarse con las ballenas. "-¡De nada! Me alegra haber podido ayudar", respondió emocionado.
La madre ballena se acercó a Miguel y le dijo: "-Quiero mostrarte mi hogar debajo del mar como muestra de mi agradecimiento". Miguel no podía creer lo que estaba escuchando.
¡Finalmente tendría la oportunidad de cumplir su sueño! Sin perder tiempo, Miguel subió sobre el lomo de la gran ballena y ambos se sumergieron en las profundidades del océano. Miguel se aferró a la aleta de la ballena mientras exploraban el mundo submarino. A medida que descendían, Miguel quedó maravillado por la belleza de los corales multicolores y las plantas marinas ondulantes.
Vio peces de todos los tamaños y colores nadando en armonía, como si estuvieran bailando una coreografía perfecta. La madre ballena le presentó a Miguel a sus amigos marinos.
Conoció a una simpática tortuga que le contó historias sobre sus viajes alrededor del mundo, un pulpo travieso que era experto en esconderse y un delfín juguetón que lo invitó a jugar carreras por el océano. Miguel estaba tan emocionado que no quería volver nunca más a tierra firme.
Pero sabía que tenía responsabilidades allí también, así que le pidió a la madre ballena regresar al muelle donde se habían conocido. Al llegar al muelle, Miguel abrazó con cariño a su nueva amiga ballena y prometió siempre recordar su aventura bajo el mar.
La madre ballena sonrió nuevamente y dijo: "-Nunca olvides que dentro de ti vive el valor para enfrentar tus miedos". Con estas palabras inspiradoras en su corazón, Miguel volvió felizmente hacia casa.
Ahora tenía recuerdos inolvidables y un nuevo sentido de confianza en sí mismo. Desde ese día, Miguel dejó atrás su miedo al agua y aprendió a nadar con valentía.
Cada vez que se sumergía en el agua, imaginaba estar rodeado por los amigos marinos que había conocido gracias a la generosidad de una ballena. Miguel comprendió que los sueños pueden hacerse realidad cuando enfrentamos nuestros miedos y nos abrimos a nuevas experiencias.
Y así, el pequeño Miguel siguió explorando el mundo, tanto en tierra como en el mar, siempre con una sonrisa en su rostro y un corazón lleno de valentía y gratitud.
FIN.