El Viaje de Miguelito Pérez
Era la víspera de Navidad y el ratón Miguelito Pérez se encontraba en su casa en Buenos Aires, haciendo cálculos y preparando su lista de niños. Sabía que este año quería hacer algo especial. "¡Este año quiero ser el primero en regalarle a los niños sonrientes!"- pensó mientras acomodaba sus galletitas y el cepillo de dientes que lo acompañaba.
Miguelito tuvo una idea brillante: viajar por el mundo llevando regalos a los niños que se habían cepillado los dientes con esmero. "Pero para esto, tendré que competir con Santa Claus"- musitó Miguelito, sintiendo un escalofrío en la espalda.
Con su pequeño sombrero y la mochila llena de cepillos de colores y dulces saludables, decidió que el primer destino sería Brasil. Cuando llegó a Río de Janeiro, la playa estaba llena de niños jugando en la arena. Se acercó a uno de ellos y le dijo: "¡Hola, amigo! ¿Te has cepillado bien los dientes hoy?"-
El niño sonrió y mostró sus dientes brillantes. "¡Sí, Miguelito!"- exclamó.
"¡Perfecto! Entonces aquí tienes un regalo para ti"- dijo Miguelito mientras le entregaba un cepillo de dientes mágico que se iluminaba. "¡Recuerda seguir cuidando tu sonrisa!"-
Satisfecho con su primer regalo, Miguelito continuó su viaje. Sin embargo, al llegar a París, se dio cuenta de que Santa Claus también había decidido visitar esa ciudad. "Oh, no... ¿Ahora qué haré?"- murmuro Miguelito, viendo cómo Santa llenaba las chimeneas de regalos.
Pero Miguelito no se iba a rendir. En lugar de eso, decidió acercarse a Santa. Firme y valiente, lo saludó cordialmente: "¡Hola, Santa! Soy Miguelito Pérez, el ratón de los dientes. He venido a hacer sonreír a los niños que cuidan su higiene dental."-
Santa, con su barrigón y su risa contagiosa, le respondió: "¡Hola, Miguelito! No sabía que estuviste en la lista de regalos. ¿Quieres unirte a mí?"- Pero Miguelito tenía un plan. "Quiero ofrecer regalos especiales a los que se cepillan bien, como incentivo. Estoy seguro de que juntos podemos hacer sonreír a más niños. ¿Qué más podemos hacer?"-
Santa se quedó pensativo un momento y luego dijo: "¡Qué gran idea! ¡Podríamos hacer una carrera! Tú regalas a los que se cepillan bien, y yo a los que son buenos y se portan bien. ¿Qué te parece?"-
Con la emoción a flor de piel, Miguelito aceptó. En un abrir y cerrar de ojos, ambos se pusieron en marcha. Pero, aquí vino el giro inesperado: los dos se habían olvidado de un pequeño detalle, ¡la llegada de la tormenta de nieve que cubrió París!"¡Oh no! , ¿qué hacemos ahora, Miguelito?"- preguntó Santa, preocupado.
Miguelito, recordando sus pequeños trucos y su astucia, respondió: "No te preocupes, Santa. Utilicemos mi mochila para volar. Yo tengo un pequeño truco que aprendí en Buenos Aires. ¡Así podremos seguir con nuestro plan!"-
Emocionados, ambos se metieron en la mochila voladora de Miguelito, que, como por arte de magia, salió volando hacia el cielo despejado. Mientras surcaban las nubes, Miguelito tuvo otra idea. "Dame tu lista, Santa, y yo me encargaré de los niños en cada país. Así podremos ser más eficientes. ¡Trabajemos juntos!"-
Así fue como, volando de país en país, Miguelito y Santa comenzaron a repartir regalos y a dejar sonrisas brillantes en cada hogar. En cada lugar, Miguelito les decía a los niños: "Recuerden siempre cepillarse bien los dientes y cuidar su sonrisa, porque es el mejor regalo que pueden tener."-
Finalmente, después de terminar su viaje por todo el mundo, ambos se reunieron de nuevo en el taller de Santa en el Polo Norte. "Miguelito, ¡ha sido la mejor Navidad de todas!"- exclamó Santa. "Gracias por tu valentía y dedicación."-
Miguelito, emocionado, sonrió y dijo: "No puedo esperar a ver qué aventuras nos esperan el próximo año!"- Con el corazón lleno de alegría, ambos se despidieron, sabiendo que juntos habían llevado felicidad y sonrisas para todos los niños del mundo.
Y así fue como Miguelito Pérez, el ratón odontólogo de los dientes, convirtió la Navidad en una fiesta de sonrisas, enseñando a todos que cuidar de su salud dental también podía ser una aventura mágica.
FIN.