El viaje de Mila y Lila



Había una vez una pequeña semilla llamada Mila, que vivía en lo más alto de un árbol gigante en medio de un hermoso bosque.

Mila siempre había soñado con descubrir el mundo que la rodeaba, pero se sentía atrapada en su lugar de origen. Un día, mientras el viento soplaba fuerte y las ramas del árbol crujían, Mila decidió que era momento de emprender su viaje.

Con todas sus fuerzas, se desprendió del árbol y cayó al suelo, comenzando así su emocionante aventura. Al principio, Mila se sintió asustada por la inmensidad del mundo exterior.

Pero pronto se dio cuenta de lo maravilloso que era todo a su alrededor: los rayos del sol acariciando su piel, el canto alegre de los pájaros y el aroma fresco de las flores. Mila rodó por el suelo hasta llegar a un arroyo cristalino donde conoció a Lila, una pequeña hoja flotando en el agua.

-Hola, ¿quién eres tú? -preguntó Mila curiosa. -Soy Lila, una hoja aventurera como tú. ¿Quieres venir conmigo río abajo? -respondió la hoja.

Emocionadas, Mila y Lila se dejaron llevar por la corriente del arroyo, descubriendo nuevos paisajes y haciendo amigos en cada recodo del camino.

Se encontraron con Lucas, un pez travieso que les mostró cómo saltar sobre las piedras sin caer al agua; con Lola, una mariquita colorida que les enseñó a trepar por los tallos altos; e incluso con Leo, un pajarito cantor que les regaló melodías dulces para acompañarlas en su travesía. Pero no todo fue fácil para Mila y Lila. En cierto momento, una tormenta amenazaba con arrastrarlas lejos una de la otra.

Sin embargo, gracias a su valentía y amistad inquebrantable lograron mantenerse juntas y superar juntas todos los obstáculos.

Finalmente llegaron a un prado lleno de colores vibrantes donde conocieron a Mora, una mariposa sabia que les reveló un secreto especial: cada uno llevaba consigo la magia para crecer y convertirse en algo aún más hermoso si confiaban en sí mismos y trabajaban juntos. Con esa nueva convicción en sus corazones, Mila y Lila decidieron seguir explorando el vasto mundo que tenían ante sí.

Juntas aprendieron que la verdadera aventura está en disfrutar cada paso del camino y valorar las amistades sinceras que van encontrando.

Y así fue como la semilla aventurera y la hojita valiente continuaron su asombroso viaje hacia lo desconocido, listas para enfrentar cualquier desafío con alegría y determinación.

FIN.

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