El viaje de Musiquín


Musiquín era una marioneta alegre y curiosa que vivía en una colorida juguetería en el corazón de la ciudad. Todos los días observaba desde su vitrina a los niños correr y jugar, y anhelaba poder experimentar cosas nuevas. Un día, Musiquín decidió que quería ir a la escuela. Quería aprender, hacer amigos y vivir aventuras. Pero, ¿cómo podría hacerlo si solo era una marioneta sin la capacidad de moverse por sí misma? .

Entonces, con determinación, Musiquín ideó un plan para lograr su sueño. Esperó pacientemente a que la tienda cerrara y, en la noche, cuando todo estaba en silencio, Musiquín se arrastró sigilosamente fuera de su vitrina y comenzó su gran aventura.

Caminando a trompicones, Musiquín salió de la juguetería y se encontró en la bulliciosa calle. Al principio, le costaba mantener el equilibrio y avanzar, pero con el tiempo aprendió a moverse con más soltura. En su camino hacia la escuela, Musiquín pasó por el parque, donde vio a un grupo de niños jugando al fútbol. Con ayuda de unas cañas de pescar que encontró en un basurero cercano, Musiquín logró hacer equilibrio y patear la pelota por el aire, divirtiéndose como nunca antes lo había hecho.

Más tarde, Musiquín llegó a un cruce con semáforos. Viendo cómo los autos y las personas cruzaban la calle, decidió que tenía que encontrar una forma de cruzar sin correr peligro. Con ingenio, construyó una cuerda con hilos de lana que encontró en una mercería cercana, y usó un palo como pértiga para saltar con destreza sobre los autos y llegar sano y salvo al otro lado.

Cuando finalmente llegó a la escuela, Musiquín ya se sentía como un verdadero aventurero. Se paró frente al edificio y miró a su alrededor con ojos brillantes.

- “Bueno, aquí estoy. ¡Listo para aprender y vivir nuevas experiencias! ”, dijo Musiquín con emoción.

- “¡Miren, es una marioneta! ¿Cómo llegaste hasta aquí? ”, preguntó sorprendido un grupo de niños que salían de la escuela.

- “Soy Musiquín, y vine a la escuela para aprender y hacer nuevos amigos”, respondió Musiquín con entusiasmo.

- Los niños, asombrados por la valentía y determinación de Musiquín, decidieron adoptarlo como uno más en su grupo. Juntos, vivieron aventuras, aprendieron y se divirtieron mucho. Y desde entonces, Musiquín supo que, con esfuerzo y creatividad, no había límites para lo que podía lograr.

Y así, Musiquín nunca volvió a su vitrina en la juguetería. Siempre estuvo en la escuela, aprendiendo y compartiendo momentos maravillosos con sus nuevos amigos.

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