El Viaje de Nico



Había una vez un niño llamado Nico, que venía de un lugar lejano, donde nunca había comida suficiente. Un día, mientras caminaba por el bosque, se perdió y sintió un hambre profunda. Sus pasos lo llevaron a una casa pequeña y acogedora.

Al tocar la puerta, un hombre mayor, de barba blanca y ojos brillantes, salió.

"¡Hola, pequeño! ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó el hombre con una sonrisa.

Nico apenas podía responder.

"Tengo... hambre..." - dijo con voz entrecortada.

El hombre asintió compasivamente y lo llevó dentro de la casa. Allí había una mesa llena de deliciosos platillos humeantes.

"Come, chico, no seas tímido. ¡Hay mucha comida!" - le dijo mientras le servía un plato de sopa caliente.

Nico, que no había comido bien en semanas, devoró la sopa con avidez.

"¡Es riquísima!" - exclamó después de la primera cucharada.

Después de comer, el hombre le ofreció ropa limpia, y Nico se sintió muy feliz al ponerse una campera nueva.

"¡Gracias!" - dijo, sintiéndose un poco más en casa.

"Mi nombre es Don Carlos. Vamos a hacerte sentir mejor aquí. Primero, aprenderemos algunas palabras en español. ¿Te parece?" - le propuso el hombre.

Nico asintió con entusiasmo. Don Carlos le mostró imágenes de animales y objetos, y juntos repetían las palabras en español. Al principio fue difícil, pero con cada repetición se sentía más seguro.

"Gato, perro, árbol. ¡Muy bien!" - celebraba Don Carlos cada vez que Nico pronunciaba correctamente.

Un día, mientras estaban en el jardín, Don Carlos le contó sobre los amigos que tenía y lo feliz que era de poder ayudar. Nico sintió que, aunque había dejado su hogar, había encontrado un nuevo lugar donde pertenecía.

Unas semanas más tarde, mientras jugaban a la pelota, un grupo de niños pasó corriendo por el parque. Nico los miró con un poco de nostalgia.

"¿Puedo jugar con ellos?" - preguntó a Don Carlos.

"¡Por supuesto! Ve y diviértete. A veces, hacer amigos es la mejor parte de aprender un nuevo idioma." - respondió él con una sonrisa.

Nico se acercó a los niños.

"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó tímidamente.

Los niños lo miraron curiosos,

"¡Sí! Vení, a ver si puedes alcanzarnos con la pelota." - dijeron riendo.

Así fue como Nico se unió a ellos y, aunque al principio no entendía todas las palabras, rápidamente se hizo amigo de todos. Jugaban, reían y compartían historias. Con el tiempo, Nico se dio cuenta de que hablar español no solo se trataba de aprender palabras, sino también de conectar con las personas.

Don Carlos observaba desde lejos con una sonrisa. Nico había encontrado no solo comida y abrigo, sino un hogar en el corazón de sus nuevos amigos y el cariño de Don Carlos.

Finalmente, después de muchos meses, llegó el día en que Nico tuvo que decir adiós. Estaba triste, pero también agradecido por todo lo que había vivido.

"¿Volveré a verte, Don Carlos?" - preguntó con un nudo en la garganta.

"Siempre tendrás un lugar especial aquí. Y recuerda, hablar un idioma es aprender a conocer a las personas. ¡No te olvides de nosotros!" - respondió Don Carlos, acercándose para darle un cálido abrazo.

Mientras se alejaba, Nico se volvió para mirar y sonrió. Nunca olvidaría todo lo que había aprendido y, sobre todo, a su querido amigo Don Carlos, que le había enseñado que la amistad y el amor traspasan cualquier barrera.

Y así, con un corazón lleno de gratitud y recuerdos, Nico comenzó un nuevo capítulo en su vida, listo para enfrentar cualquier aventura.

FIN.

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