El Viaje de Nico a la Amistad
Había una vez un chico llamado Nico que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Nico se sentía solo y siempre que llegaba a la escuela, se sentaba en un rincón del aula, evitando mirar a los demás.
Un día, mientras dibujaba en su cuaderno, su maestra, la señora Elena, se acercó y le dijo: -
- Nico, ¿por qué no te unes a tus compañeros durante el recreo? Ellos siempre están jugando en el patio.
Nico miró su dibujo, un dragón verde con ojos dorados, y respondió: -
- No me gusta jugar, prefiero estar solo.
La señora Elena, con un gesto amable, dijo: -
- A veces, los amigos pueden hacer que la diversión sea aún mayor.
Nico sonrió levemente, pero decidió quedase en su rincón. En casa, hablaba con su perro, Rocco, pero deseaba tener amigos de verdad.
Una semana después, la escuela organizó una actividad especial, una búsqueda del tesoro. Todos estaban emocionados, menos Nico.
Al llegar el día de la actividad, la señora Elena lo llamó: -
- Nico, este será un gran día. ¿Te gustaría participar?
- No sé... no creo que sirva para eso - respondió Nico, algo inseguro.
- Todos necesitamos de quienes nos rodean. Además, siempre puedes usar ese arte que tienes para ayudar a tu equipo - insistió la señora Elena.
Nico dudó, pero decidió darle una oportunidad. Se unió a un grupo de sus compañeros formado por Lara, Tomás y Rami. El primer desafío era un acertijo que debía resolverse en equipo.
- ¿Dónde podemos encontrar algo que brilla y es muy valioso? - preguntó Lara.
- En el cielo, ¡las estrellas! - respondió Rami.
- No, no, ¡el sol! - exclamó Tomás.
Nico, que había estado escuchando, se animó y dijo: -
- Quizás deberíamos buscar algo relacionado con la luz en el jardín. ¡Podría ser algo con el reflejo del sol!
Los demás lo miraron sorprendidos. -
- ¡Buena idea, Nico! - dijeron al unísono. Así, todos fueron al jardín y, siguiendo las pistas, encontraron una pequeña caja llena de caramelos.
Mientras se reían y compartían, Nico comenzó a sentirse parte de algo. En ese momento, entendió algo importante:
-
- No soy solo un chico solitario, ¡también puedo ser parte de un equipo!
Con cada nuevo desafío, Nico se sentía más seguro. En la siguiente pista tenían que hacer una representación teatral. El grupo decidió que Nico sería un dragón.
- ¡Tienes que hacer tu famoso dragón verde! - lo animó Rami. - ¡Nosotros seremos valientes caballeros!
Nico sintió que las mariposas volaban en su estómago mientras se ponía una manta verde como capa. Cuando los demás lo vieron actuar, comenzaron a reírse de la forma en que gruñía, y pronto todos estaban disfrutando.
Después de finalizar la búsqueda del tesoro, todos se reunieron bajo un árbol y compartieron sus golosinas.
-
- Nico, ¡fuiste increíble! - lo elogió Lara.
- Nunca nos habías mostrado ese lado tuyo - dijo Tomás.
Nico sonrió y dijo: -
- ¡Gracias! No sabía que me divertiría tanto.
Desde ese día, Nico dejó de sentirse solo en la escuela. Empezó a jugar con sus nuevos amigos y juntos hacían actividades todos los días. También se dedicó a dibujar y ahora le mostraba sus creaciones a su grupo. Furor en la clase, se le conocía como el “Dragón Artístico”.
Un día, mientras dibujaba para un concurso, Nico les dijo a sus amigos: -
- Está bien ser diferente y no gustarme el mismo tipo de cosas que ustedes, pero eso no significa que no podamos ser amigos.
Sus amigos asintieron y, al final de ese año, Nico no solo había encontrado compañerismo, ¡sino que también se convirtió en un chico muy apreciado en la escuela!
Así fue como Nico descubrió que la escuela no estaba tan mal cuando estaba acompañado de amigos, aprendiendo juntos y compartiendo risas. Y así, nunca más se sintió sólo, porque el cariño de la amistad lo hizo sentir completo.
Y así, Nico entendió que no importa cuánto te pueda gustar el arte, compartirlo y disfrutarlo con otros lo hace aún mejor.
FIN.