El Viaje de Nico hacia la Amabilidad
Nico era un niño de ocho años que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Era un niño juguetón, pero a veces se olvidaba de lo importante que era ser amable con los demás. Un día, mientras jugaba a la pelota en la plaza, observó a su vecino, el señor Gómez, con un gesto de tristeza en su rostro. Nico decidió acercarse.
"¿Por qué estás tan triste, señor Gómez?" - preguntó Nico con curiosidad.
El señor Gómez suspiró y respondió:
"Es que mis plantas no están floreciendo, y me hace sentir un poco solo."
Nico, sintiéndose un poco mal por su vecino, decidió ofrecerle su ayuda.
"¿Puedo ayudarte a cuidar de tus plantas? Quizás con un poco de agua y compañía se sientan mejor."
El señor Gómez sonrió, agradecido.
"Eso sería maravilloso, Nico. Muchas gracias."
Los dos pasaron la tarde juntos, regando plantas y charlando sobre el barrio. Nico se dio cuenta de cuánto podía alegrar a alguien con un simple acto de amabilidad.
Al día siguiente, mientras iba al colegio, vio a su compañera de clase, Sofía, con lágrimas en los ojos porque había perdido su libro favorito.
"¿Qué te pasa, Sofía?" - preguntó Nico, preocupado.
"He perdido mi libro de aventuras y no sé dónde buscarlo. Era mi favorito" - respondió Sofía sollozando.
En lugar de seguir de largo, Nico pensó en el tiempo que había pasado con el señor Gómez y decidió ayudar a Sofía.
"Vayamos juntos a buscarlo, ¡no te preocupes! Seguro que lo encontramos."
Así que empezaron a buscar por toda la escuela. Preguntaron a sus compañeros y revisaron en cada rincón. Después de un rato, un compañero llamado Lucas les dijo que había visto un libro en el patio. Sofía corrió hacia allí y, efectivamente, encontró su libro.
"¡Lo encontré! Gracias, Nico. Eres el mejor."
Nico sonrió, sintiéndose muy bien por haber ayudado. En ese momento, se dio cuenta de que ser amable no solo ayudaba a los demás, sino que también lo hacía sentirse bien consigo mismo.
Durante el almuerzo, decidió compartir su comida con un compañero que no había traído nada. Al verlo, su amigo se sorprendió y agradecido le dijo:
"¡Gracias, Nico! No sabía qué iba a hacer sin comida hoy."
Los días pasaron y Nico continuó buscando maneras de ser amable. Un fin de semana, decidió organizar una limpieza en su plaza y invitó a todos sus amigos.
"¡Chicos! Este sábado armemos un grupo y limpien la plaza. Hay mucha basura y nuestro barrio se merece un lugar bonito."
Sus amigos dudaron al principio, pero finalmente se unieron a él, motivados por su entusiasmo. El sábado, se juntaron varios niños, incluidos el señor Gómez y Sofía.
"¡Vamos a hacerlo juntos!" - exclamó el señor Gómez con una sonrisa.
Después de unas horas de trabajar juntos, la plaza quedó completamente limpia. Los niños se sentaron, agotados pero felices, y disfrutaron de unos buenos mates que había traído la mamá de Nico.
"Lo hicimos increíble", dijo Sofía. "¡Deberíamos hacerlo más seguido!"
Unos días después, el barrio se unió a un concurso de embellecimiento de espacios públicos. La plaza, que había estado tan descuidada, ahora era un lugar hermoso gracias a la amabilidad y el esfuerzo de todos. Al final, ganaron el primer premio de la categoría.
"Gracias a todos por su ayuda. Esta plaza es nuestra, y juntos podemos mantenerla así de linda," dijo Nico en la ceremonia de premiación, con el trofeo en mano. Todos aplaudieron, y el señor Gómez le susurró:
"Eres un verdadero líder, Nico."
Nico sonrió y entendió que a veces un gesto de amabilidad puede llevar a grandes cosas. Desde entonces, se convirtió en un defensor de la amabilidad en su barrio, recordando que ayudar a los demás siempre traía alegría tanto para ellos como para él.
FIN.