El viaje de Nico y el cinturón mágico
Había una vez un niño llamado Nico, que vivía en un pequeño pueblo. Nico era un niño muy inquieto, siempre lleno de energía y ganas de explorar. Cada vez que su mamá, la señora Clara, lo llevaba en el carro, él no podía quedarse quieto.
"¡Mamá, quiero mirar por la ventana!" - decía Nico, saltando de un lado a otro del asiento trasero.
"Nico, por favor, ponete el cinturón de seguridad" - le pedía la señora Clara con paciencia, mientras ajustaba su propio cinturón. A Nico no le gustaba estar amarrado, sentía que era una prisión que lo frenaba.
Un día, la señora Clara decidió llevar a Nico al parque. Era un día soleado y hermoso, y su hijo estaba muy emocionado.
"¡Mamá, apurate! Quiero jugar ya!" - gritaba Nico, moviendo sus brazos como si pudiera volar. Pero Clara sabía que la seguridad era lo más importante.
Cuando el carro por fin arrancó, Nico empezó a moverse de un lado a otro, tratando de desabrochar su cinturón.
"¡Nico! Si no te quedás quieto y no usás el cinturón, no vamos a llegar al parque. ¿Sabías que es muy peligroso?" - le explicó Clara.
Pero Nico no le prestó atención y, en un abrir y cerrar de ojos, soltó el cinturón. De repente, una voz suave y mágica emergió del borde de la ventana, como si el viento hablara:
"¡Hola, Nico! Soy el Cinturón Mágico. He venido para mostrarte cómo un viaje puede convertirse en una aventura emocionante, pero siempre con seguridad."
Nico, sorprendido, miró por la ventana. ¡Era un cinturón que flotaba!"¡Wow! ¡No puedo creerlo!" - exclamó.
"Si me usas, te llevaré a lugares increíbles, pero primero, tenés que ponerte el cinturón. ¿Qué decís?" - preguntó el Cinturón Mágico, sonriendo.
Nico dudó un momento, pero estaba tan curioso que decidió escuchar. Con un movimiento rápido, se colocó el cinturón.
"¡Listo! Ahora sí, Cinturón Mágico, llévame lejos!" - pidió emocionado.
"Bien, aquí vamos!" - dijo el Cinturón, y de repente, el carro comenzó a volar por los aires. ¡El mundo desde arriba era increíble!
Nico veía su casa cada vez más pequeña, y las flores del jardín parecían puntos de colores. El viento lo acariciaba y se olvidó de que alguna vez había querido soltarse.
"Miralo, hacia el parque, allá abajo, hay un montón de niños jugando. ¡Vamos!" - exclamó Nico lleno de alegría.
El Cinturón Mágico comenzó a volar bajo, y cuando estaban casi en el parque, ¡sorpresa! Una nube apareció de la nada y comenzó a girar alrededor del carro. El viento comenzó a soplar fuerte y Nico sintió un tirón.
"Ya no me siento tan seguro..." - dijo Nico, un poco asustado.
"Por eso es importante usar siempre el cinturón de seguridad. Te protege y te mantiene seguro incluso en las aventuras más locas. Recuerda que cada viaje tiene sus sorpresas" - respondió el Cinturón Mágico con ternura.
Nico, al escuchar esto, se dio cuenta de que su mamá siempre tenía razón.
"¡Entiendo! ¡Voy a ponerme el cinturón y quedarme quieto!" - gritó, mientras se sostenía del cinturón con fuerza.
"Eso es, pequeño amigo!" - dijo el Cinturón mientras aterrizaban suavemente en el parque.
Nico bajó del carro, miró a su alrededor y vio a muchos niños jugando.
"¡Mirá, mamá! ¡Ya llegamos!" - dijo con una sonrisa.
La señora Clara sonrió, orgullosa de su hijo, que había aprendido una lección importante. Desde ese día, cada vez que viajaba, no solo se ponía el cinturón de seguridad, sino que también se quedaba tranquilo y disfrutaba del viaje.
Y así, Nico descubrió que la seguridad no solo está en las reglas, sino que también abrió la puerta a aventuras maravillosas con su mamá. El Cinturón Mágico siempre estaría presente en su memoria, recordándole que cada viaje es más divertido cuando estamos seguros. Y así, vivieron felices, disfrutando de cada aventura juntos.
Fin.
FIN.