El viaje de Nieve
Había una vez una pequeña gota de agua llamada Nieve que vivía en la cima de una montaña. Nieve era curiosa y siempre estaba buscando aventuras.
Un día, decidió explorar más allá de su hogar y emprender un viaje hacia la plaza del pueblo. Con mucha emoción, Nieve comenzó a descender por la ladera de la montaña. El viento soplaba suavemente mientras ella se deslizaba por las rocas y los árboles.
En el camino, se encontró con muchos animales amigables que le dieron consejos para llegar a su destino. "-Hola, pequeña gotita de agua", dijo un conejo juguetón. "Si quieres llegar a la plaza del pueblo, debes seguir el arroyo hasta el bosque".
Nieve siguió el consejo del conejo y continuó su camino hacia el arroyo. Mientras caminaba por sus orillas, vio cómo los peces nadaban rápidamente bajo el agua cristalina. "-¡Hola, Nieve!", saludaron los peces en coro.
"Para llegar a la plaza del pueblo, debes cruzar el puente y seguir recto hasta encontrar una granja". Nieve les dio las gracias y siguió nadando río abajo hasta que llegó al puente.
Al cruzarlo con cuidado, vio hermosos campos verdes llenos de flores coloridas. "-¡Saludos! Soy una mariposa", exclamó una hermosa mariposa posada sobre un girasol cercano. "Sigue por este camino hasta que veas un molino antiguo". Nieve sonrió y siguió volando junto a la mariposa hasta llegar al molino.
Allí, encontró un camino empedrado que la llevó directamente a la plaza del pueblo. Al llegar a la plaza, Nieve se sintió emocionada y orgullosa de haber completado su aventura.
Sin embargo, algo inesperado sucedió cuando comenzó a calentarse el sol. Nieve empezó a derretirse lentamente y se dio cuenta de que su vida como gota de agua estaba llegando a su fin. Pero en lugar de entristecerse, decidió aprovechar al máximo el tiempo que le quedaba.
"-¡Hola!" dijo Nieve con una sonrisa. "Me llamo Nieve y estoy aquí para refrescaros". Las personas del pueblo estaban sorprendidas por las palabras de Nieve y rápidamente trajeron recipientes para reagarrarla antes de que desapareciera por completo.
La gente del pueblo utilizó esa agua para regar sus plantas sedientas y llenar los bebederos de los animales. Todos estaban muy agradecidos por el regalo inesperado que les había traído Nieve.
Aunque Nieve ya no existía como una gota individual, sabía que había dejado una huella positiva en el mundo al ayudar a los demás. Desde ese día, cada vez que nevaba en la montaña, las personas recordaban el espíritu generoso y amable de Nieve.
Y así fue como una pequeña gota de agua inspiró a todo un pueblo con su bondad y determinación para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.