El Viaje de Nińo Kece



En un pequeño pueblo llamado Arcadia, vivía un niño llamado Kece, conocido por su energía y creatividad. Un día, Kece decidió organizar un concurso de talentos para que todos pudieran demostrar sus habilidades. "¡Va a ser la mejor fiesta del año!"-, gritó entusiasmado, mientras adornaba el parque con globos de muchos colores.

Pero aquel mismo día, se presentó un nuevo chico en la escuela, llamado Porta. Porta era muy diferente a los demás y solía resentirse ante las burlas de los otros niños. "No creo que quiera participar en el concurso", dijo Porta, con voz apagada. "¿Por qué no? ¡Todos son bienvenidos!"- contestó Kece, intentando animarlo. Sin embargo, Porta agachó la cabeza y se fue sin decir una palabra más.

Cuando llegó el día del concurso, todos estaban emocionados. Los niños mostraron sus talentos: algunos bailaron, otros cantaron y hubo magos sorprendentes. Pero, al mirar entre la multitud, Kece notó la ausencia de Porta. "¿Por qué no viene?"- se preguntó.

Al final de la fiesta, Kece decidió ir a buscar a Porta. Al llegar a su casa, lo encontró sentado en su habitación, con un piano lleno de polvo. "¿Por qué no viniste, Porta?"- le preguntó Kece. Porta miró su piano y confesó: "No sé tocar bien y me da miedo que se rían de mí"-. Kece sonrió y le dijo: "Pero ¿qué pasaría si intentamos juntos?"-

Esa misma tarde, Kece se quedó con Porta para tocar y aprender. Al principio, todo sonó un poco descoordinado, pero con cada intento, se fueron divirtiendo más. "Quizás si lo hacemos de a poquito, tal vez pueda presentarme en la próxima fiesta"-, dijo Porta.

Un par de semanas después, decidieron que Porta debería, por fin, participar. "Es un gran paso, ¡te prometo que estarán felices de verte!"- le aseguró Kece. El día del nuevo concurso, Porta llegó al escenario con nervios, pero echó un vistazo a la audiencia: Kece le sonreía con ánimo.

Cuando empezó a tocar en el piano, las primeras notas sonaron titubeantes. Pero pronto, la melodía fluyó, y algo cambió. La sala se llenó de aplausos y sonrisas. Al terminar su actuación, la gente se levantó para aplaudir.

"¡Lo hiciste!"- gritó Kece, corriendo a abrazarlo. Porta no podía creerlo, había logrado superar sus miedos.

Desde aquel día, Kece y Porta formaron una gran amistad, y juntos, organizaron más eventos en el pueblo, creando un espacio donde cada niño podía sentirse aceptado y especial. Porta aprendió a disfrutar de lo que amaba y a ser él mismo, y Kece entendió que la verdadera magia está en apoyar a los demás a brillar. Y así, en Arcadia, los talentos ya no tenían límites, porque cada niño, sin importar sus miedos, se sentía valorado y lleno de confianza para mostrar su luz al mundo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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