El Viaje de Nube
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía Nube, una curiosa nube que soñaba con ver el mundo desde las alturas. A diferencia de las otras nubes que estaban conformes en flotar y llevar la lluvia a los campos, Nube sentía una gran inquietud. Un día, decidió que era hora de emprender su propio viaje.
Una mañana, Nube se juntó con su amiga Viento, que siempre estaba en movimiento.
"Viento, quiero ver lo que hay más allá de las montañas. ¡Llevaré alegría a todos desde el cielo!" - exclamó Nube emocionada.
"¡Eso suena genial, Nube! Pero, ¿estás segura de que estás lista?" - le preguntó Viento, soplando suavemente.
"Sí. Si puedo ayudar a más personas, debo intentarlo" - respondió Nube con determinación.
Así, Nube y Viento emprendieron su aventura juntas. Pasaron por encima de verdes valles, ríos relucientes y luminosas ciudades. Cada vez que Nube veía a los niños jugando, su corazón se llenaba de alegría y quería bajarse para jugar con ellos.
Sin embargo, había un problema: Nube no sabía cómo descender sin convertirse en lluvia. Entonces, encontró a un viejo búho sabio mientras volaban por un bosque.
"¡Hola, Búho! Quiero jugar con los niños del pueblo, pero no sé cómo bajar sin llover. ¿Podrías ayudarme?" - preguntó Nube.
"Claro, pequeña nube. Para descender, debes aprender a controlar tu forma. Necesitas transformar tu vapor en suave bruma, así podrás ser ligera y tierna al tocar a los niños. " - le explicó el búho, y agregó "Practica con tu amiga Viento, te ayudará a controlarte mejor."
Nube, emocionada por el consejo, comenzó a practicar todos los días con Viento. Para empezar, se dejó llevar por el Viento que la empujaba hacia arriba y hacia abajo, mientras ella se concentraba en cambiar su densidad. Al principio fue difícil y se frustró un poco.
"No puedo, Viento... siempre me transformo en lluvia" - se quejó.
"No te rindas, Nube. Cada intento te acerca un poco más a tu sueño. Sigamos practicando" - la animó Viento.
Con el tiempo, Nube fue perfeccionando su técnica. Aprendió a ser menos densa y fue capaz de volar más cerca de los niños sin soltar gotas de agua. Un día, al llegar a un parque, vio a un grupo de niños jugando a las escondidas y decidió que era hora de intentarlo.
"¡Voy a intentarlo!" - decidió Nube, concentrándose y transformándose. Lentamente comenzó a bajar.
"¡Miren! ¡Una nube!" - gritó un niño al verla llegar.
Todos miraron a Nube con asombro, sus ojos brillaban de alegría.
"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Nube, transformándose en una bruma suave que los niños tocaban con sus manos.
Rieron y saltaron, sintiendo la frescura de Nube mientras danzaban alrededor de ella. Aquel fue el mejor día de la vida de Nube.
Poco a poco, se fue convirtiendo en parte de sus juegos. Pero, al caer la tarde, Nube sintió que debía seguir su camino. Se despidió con tristeza,
"Debo continuar mi viaje, chicos, pero volveré cuando pueda" - prometió.
Los niños, aunque un poco tristes, la despidieron con abrazos y risas.
"¡Vuelve pronto, Nube! ¡Nos encantó jugar contigo!" - le gritaron mientras ya empezaba a elevarse de nuevo.
Nube volvió a subir al cielo, llena de felicidad. Había aprendido a controlar su forma y había llevado alegría a los corazones de muchos niños. Y lo más importante, descubrió que con esfuerzo y perseverancia, los sueños no solo pueden cumplirse, sino que pueden ir más allá de lo que alguna vez imaginó.
Desde entonces, Nube no solo siguió explorando el mundo, sino que visitaba frecuentemente a sus nuevos amigos cuando podía. Cada vez que lo hacía, hacía lo posible por llevar burbujas de alegría y risas sin causar humedad, gracias a su nuevo aprendizaje.
Y así, Nube, la nube curiosa, se convirtió en un símbolo de esperanza y perseverancia para todos, demostrando que con un poco de práctica y apoyo, nadie es demasiado pequeño para lograr cosas grandes.
FIN.