El Viaje de Nubea
En un día brillante y soleado, en un cielo de un azul profundo, vivía una pequeña nube llamada Nubea. Era una nube curiosa y juguetona que soñaba con viajar más allá del cielo y conocer el mundo desde las alturas. Pero había un gran problema: Nubea no podía moverse sola. Necesitaba el viento que soplaba suavemente para llevarla a nuevos lugares.
Un día, mientras Nubea flotaba cerca del sol, vio a un grupo de aves que volaban alegres y libres.
"¡Quiero ser como ellas!" - exclamó Nubea. "¡Quiero ver el mundo!"
Pero a pesar de su deseo y de su entusiasmo, Nubea no podía despegar hacia la aventura. De repente, sintió una suave brisa que la movía ligeramente. Era el viento, que le dijo:
"Hola, pequeña nube. ¿A dónde quieres ir hoy?"
"Quiero conocer el mar, el bosque y las montañas. Quiero ver todo lo que hay en la Tierra desde arriba!" - respondió Nubea, emocionada.
"¡Entonces sube!" - dijo el viento. Con un soplo ligero, comenzó a mover a Nubea por el cielo, primero despacio, pero luego con más fuerza. Nubea se sintió feliz mientras recorría los cielos.
De pronto, llegaron a un hermoso bosque lleno de árboles altos y verdes.
"Mirá, Nubea, ¡allí hay un lago!" - dijo el viento.
Nubea se asomó curiosamente. Justo en ese momento, vio a un grupo de niños jugando y riendo cerca del agua.
"¡Qué feliz se ven! Me gustaría hacer algo especial por ellos." - suspiró Nubea.
"Puedes hacer que llueva un poco, así ellos pueden jugar en los charcos!" - sugirió el viento.
Nubea pensó que era una gran idea. Se concentró y empezó a hacer pequeñas gotas de agua.
"¡Miren!" - gritó un niño. "¡Está lloviendo!"
Los niños comenzaron a saltar en los charcos y a reír más fuerte. Nubea sintió una calidez en su قلبito.
"¡Esto es maravilloso!" - exclamó. "¡Gracias, viento!"
"No es sólo por mí; tú tienes el poder de hacer felices a otros." - respondió el viento con una sonrisa.
Después de un rato, el viento sugirió que continuaran su viaje. Nubea estaba entusiasmada por conocer más lugares y juntos siguieron su camino. Próximamente llegaron a la costa, donde enormes olas rompían contra las rocas.
"¡Mirá!" - dijo el viento. "Las olas hacen música al chocar."
"¡Increíble!" - respondió Nubea al ver a los surfistas disfrutando del agua. También notó a unos delfines saltando alegremente.
"¡Oh, cómo me gustaría hablar con ellos!" - dijo Nubea.
"Tú les puedes hacer compañía. ¿Por qué no les envías una pequeña llovizna?" - propuso el viento.
"¡Sí, eso haré!" - decidió Nubea.
Con un suave susurro, hizo que una fina lluvia cayera sobre los delfines, quienes comenzaron a saltar aún más felices.
"Gracias, nube amiga!" - gritaron los delfines. "¡Eres la mejor compañía!"
"Todo es más divertido cuando compartimos." - reflexionó Nubea, sintiendo que su corazón crecía de alegría.
Ya al caer la tarde, el viento les sugirió que se dirigieran hacia las montañas. Cuando llegaron allí, las rocas parecían llenas de vida con las flores que brotaban entre las grietas.
"Vaya, ¿quién diría que aquí hay tanta belleza?" - se maravilló Nubea. De repente, vieron a un grupo de escaladores que intentaban alcanzar la cima.
"Están tan cerca de su meta. Sería lindo ayudarlos a refrescarse un poco mientras escalan_" - dijo el viento.
"¡Sí! Haremos un poco de sombra y una llovizna refrescante!" - decidió Nubea.
Mientras los escaladores tomaban un descanso, Nubea se colocó sobre ellos y comenzó a generar una suave brisa y lluvia.
"¡Qué agradable!" - dijo uno de los escaladores, sintiéndose renovado.
"Gracias, nube!" - gritaron todos.
"Estamos cumpliendo nuestros sueños!" - exclamaron emocionados.
Sintiéndose satisfecha, Nubea se dio cuenta de que no solo había visto nuevos lugares, sino que también había podido hacer felices a tantos otros. En ese momento comprendió que su viaje no se trataba solo de explorar, sino de compartir su alegría con el mundo.
"Viento, gracias por llevarme en esta aventura. No solo he visto el mundo, sino que he podido ayudar a otros!" - dijo Nubea emocionada.
"Cada pequeño gesto cuenta, Nubea. Nunca olvides el poder que tienes para hacer sonreír a los demás. ¡Eres especial!" - respondió el viento.
Y así, con una sonrisa en su rostro, Nubea siguió su viaje en el cielo, sabiendo que tenía el poder de cambiar el día de aquellos que estaban abajo. Desde entonces, cada vez que emergía en el cielo, lo hacía con el deseo de ver a otros felices, y el viento siempre estaba a su lado, llevándola a nuevas aventuras en el vasto cielo.
Y así fue como Nubea aprendió que el poder de compartir y ayudar podría llevarla a lugares mucho más bellos que cualquiera que hubiera visto.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.