El viaje de Petra


Había una vez en un hermoso valle rodeado de altas montañas, una piedra llamada Petra. Petra era una piedra común y corriente, del tamaño de un puño y de color gris oscuro.

A pesar de ser parte del paisaje natural del valle, Petra anhelaba ser algo más emocionante que una simple piedra. Una mañana soleada, mientras el sol acariciaba su superficie rugosa, Petra decidió emprender un viaje para descubrir su verdadero propósito.

Se despidió de sus amigos rocas y se puso en marcha rodando cuesta abajo por el sendero que conducía a lo desconocido. El camino no fue fácil para Petra. Tuvo que sortear arroyos cristalinos, esquivar raíces retorcidas y escalar pequeñas colinas.

En su travesía, se encontró con diferentes criaturas del valle que la miraban con curiosidad. Un día, mientras descansaba al borde de un arroyo, escuchó una conversación entre dos pájaros coloridos:"¿Qué hace esa piedra tan aburrida aquí?" preguntó el primer pájaro.

"No lo sé", respondió el otro pájaro. "Parece perdida o buscando algo. "Petra sintió un pinchazo en su corazón mineral al escuchar esas palabras.

¿Realmente estaba perdida? ¿Estaba buscando algo sin saber qué era? Decidida a encontrar respuestas, siguió adelante en su travesía con renovado vigor. Finalmente llegó a la cima de la montaña más alta del valle, donde una anciana sabia la esperaba.

"¡Oh querida Petra! Veo en tus ojos el deseo de ser algo más que una simple piedra", dijo la anciana con voz melodiosa. Petra asintió tímidamente, sorprendida de que alguien pudiera entender sus pensamientos más profundos.

La anciana le habló sobre la importancia de cada ser en el mundo y cómo incluso la piedra más pequeña tenía un propósito único y especial en el universo. Le enseñó a apreciar su singularidad y belleza intrínseca como piedra.

"Tu verdadero propósito no es convertirte en algo diferente, sino aceptarte a ti misma tal como eres: una hermosa piedra con mucho valor", concluyó la anciana con cariño. Petra comprendió entonces que su viaje no era para cambiar quién era, sino para aprender a valorarse a sí misma.

Con el corazón lleno de gratitud, emprendió el regreso al valle llevando consigo la sabiduría de la anciana en cada paso que daba. Al llegar al valle, se reunió nuevamente con sus amigos rocas quienes notaron un brillo especial en ella.

Les contó sobre su viaje y lo que había aprendido acerca de la importancia de amarse a uno mismo. Desde ese día en adelante, Petra brillaba con luz propia en medio del paisaje natural del valle.

Su historia se convirtió en leyenda entre las rocas y criaturas del lugar como ejemplo de amor propio y aceptación. Y así fue como Petra descubrió que no necesitaba convertirse en algo más emocionante para tener valor; simplemente debía aprender a apreciar su propia esencia única e irrepetible.

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