El Viaje de Pipo y Lila



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Colorín, donde vivía un pequeño pajarito llamado Pipo. Era un pájaro curioso que soñaba con volar más allá de las montañas, hacia lugares desconocidos. Sin embargo, en su casa siempre le decían que no podía hacerlo, que era demasiado peligroso. Pipo se sentía triste porque quería vivir aventuras, así que un día decidió que debía intentarlo, aunque le daba un poco de miedo.

Una mañana soleada, Pipo se encontró con Lila, una ardilla juguetona; también soñaba con ver el mundo más allá del enorme roble en el que vivía.

- “¿A dónde querés ir, Pipo? ” - le preguntó Lila, mientras jugaba a saltar de rama en rama.

- “Quiero volar más allá de las montañas, ver el océano y conocer otros árboles” - respondió Pipo con ojos brillantes.

- “¡Eso suena increíble! Yo también quiero ir. ¿Y si hacemos el viaje juntos? ” - sugirió Lila emocionada.

Pipo titubeó un instante. - “Pero... ¿y si nos perdemos o nos encontramos con peligros? ”

- “No hay aventuras sin riesgos, Pipo. Además, juntos somos más fuertes” - animó Lila con una sonrisa.

Finalmente, después de pensar un poco, Pipo aceptó. Así que se armaron de valor y, al día siguiente, partieron hacia lo desconocido. El camino fue lleno de sorpresas. Al principio, todo fue hermoso. Volaban y saltaban entre árboles y flores, cantando felices.

Pero, al poco tiempo, se encontraron con un río caudaloso.

- “¡Oh no! ¿Cómo cruzamos? ” - exclamó Lila.

- “Tal vez podríamos construir un puente con ramas y hojas” - sugirió Pipo, recordando lo que había visto a los humanos hacer.

Así que empezaron a trabajar juntos. Lila se encargaba de recoger ramas y Pipo volaba por encima buscando las mejores. Después de un arduo trabajo, lograron hacer un pequeño puente. Con un salto y un aleteo, cruzaron el río y siguieron su camino.

Un poco más adelante, encontraron un sendero lleno de espinas.

- “Esto es peligroso, no sé si debamos seguir” - dijo Lila, preocupada.

- “¡No! Podemos encontrar otra manera. ¿Qué tal si volamos un poco más alto y encontramos un camino alternativo? ” - sugirió Pipo, lleno de determinación.

Así, ayudándose mutuamente, lograron sortear el obstáculo. Cuando se alejaron de las espinas, Pipo se dio cuenta de que Lila había recogido algunas flores para hacer un collar; uno quedó en su pequeño cuello.

- “¡Mirá qué bonito! ” - exclamó Lila.

- “Sí, y además significará que superamos algo juntos” - le dijo Pipo, sonriendo.

Después de muchas horas de viaje, finalmente llegaron a la cima de una montaña. Desde allí, podían ver el océano brillar bajo el sol.

- “¡Lo logramos, Pipo! ¡Mirá qué hermoso! ” - gritó Lila, salta de felicidad.

- “No lo habría hecho sin vos, Lila. Este lugar es mágico” - le respondió Pipo.

En ese instante, se dieron cuenta de que su verdadera aventura no había sido alcanzar la montaña o el océano, sino la amistad que habían construido.

- “Volvamos y contemos a todos sobre nuestro viaje. Con tu valentía y mi curiosidad, podemos hacer cualquier cosa si estamos juntos” - dijo Pipo.

- “¡Sí! Y la próxima vez, buscaremos nuevas aventuras” - exclamó Lila.

Así, los dos amigos emprendieron el camino de regreso, llenos de historias que contar y sueños por realizar. Y desde entonces, cada vez que alguien en Colorín decía que algo era imposible, Pipo y Lila sonreían y recordaban su viaje inolvidable.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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