El Viaje de Platero y sus Amigos



En el corazón de un vasto y verde paisaje llamado Pradera, vivía Platero, un burro de pelaje suave como la seda y ojos brillantes como estrellas. Un día, mientras pastaba bajo un gran árbol, sus amigos, el Planeta, un globo terráqueo mágico, y Primero, un pequeño niño soñador, se acercaron entusiasmados.

"¡Hola, Platero!" - saludó Primero, con una sonrisa desbordante. "Hoy quiero hacer algo diferente. ¿Te gustaría acompañarnos en una aventura?"

"¿Aventura? ¡Claro!" - respondió Platero con su dulce voz. "¿A dónde vamos?"

"Al punto más alto de la colina, donde Prudencio, el sabio búho, nos enseñará sobre las estrellas y el universo!" - exclamó Planeta, revoloteando con su brillo y colorido.

Intrigados por la idea, Platero y Primero partieron en busca de Prudencio. Al llegar a la colina, encontraron al búho posado en una rama, con sus ojos grandes y sabios que reflejaban toda la noche estrellada.

"¡Prudencio, Prudencio!" - llamó Primero. "¿Nos puedes contar sobre las estrellas?"

"Claro, jóvenes amigos!" - respondió Prudencio con una voz profunda y melodiosa. "Las estrellas son faros en la oscuridad, pero también representan los sueños de cada uno de nosotros."

Mientras todos escuchaban atentamente, un pequeño destello cruzó el cielo. Era un meteorito.

"¡Miren!" - gritó Platero. "¡Ese meteorito puede llevar un deseo!"

"¡Sí!" - asintió Primero emocionado. "Deberíamos hacer un deseo juntos. ¿Qué deseamos?"

"Deseo que nuestra amistad brille tan fuerte como las estrellas!" - dijo Platero.

"Y que podamos explorar aún más juntos!" - agregó Planeta.

Al unísono, gritaron: "¡Queremos aventuras infinitas!"

El meteorito pasó y, aunque no sabían si su deseo se cumpliría, se sintieron contentos y unidos. Sin embargo, el viento empezó a soplar y, de repente, un fuerte remolino apareció, llevándose a Planeta hacia un lugar desconocido.

"¡Planeta!" - gritaron todos, pero él ya estaba muy lejos.

Prudencio, preocupado, dijo: "No desesperen, él es fuerte y podrá regresar. Pero debemos encontrarlo."

"¿Cómo?" - preguntó Platero, sintiéndose un poco asustado.

"Con el conocimiento de las estrellas, podemos trazar su camino. Sigamos el norte, donde las constelaciones nos guiarán!" - propuso Prudencio.

Así que comenzaron su travesía, siguiendo el brillo de las estrellas. Pasaron por ríos cristalinos, praderas floridas y hasta montañas rusas. En el camino, aprendieron sobre cada constelación que encontraban.

"¡Mira! Esa es la Osa Mayor, y esa otra es Orion!" - dijo Primero, señalando el cielo con entusiasmo.

Cada nuevo descubrimiento llenaba sus corazones de alegría y les daba fuerza para continuar. Sin embargo, había momentos de dificultad.

Un día, al llegar a un oscuro bosque, se encontraron con un viejo árbol que les bloqueaba el camino.

"No podremos pasar, es demasiado grande y espeso!" - se lamentó Platero.

"Podemos intentarlo, con un poco de ingenio!" - sugirió Prudencio. "Quizás podamos encontrar una solución juntos."

Primero miró al árbol y se le ocurrió una idea. "Podemos hacer una cuerda con lianas y tratar de mover algunas ramas. Tal vez así nos dejé pasar!"

Con trabajo en equipo y mucha determinación, lograron despejar el camino y, al salir del bosque, se encontraron con una vista maravillosa:!"¡Miren, amigos!" - exclamó Primero con sorpresa. "Ahí está Planeta!"

Planeta boreal brillaba arriba en el cielo, iluminado como nunca. Con alegría, saltaron y se abrazaron.

"¡Los extrañé tanto!" - dijo Planeta, descendiendo con su colorido brillo. "Gracias por no rendirse."

Todos rieron y celebraron, llenos de nuevos aprendizajes. Prudencio les habló de la importancia de la amistad y el trabajo en equipo para superar los obstáculos; y el grupo supo que siempre podrían contar uno con otro.

"Y recordemos siempre que, como las estrellas, en la amistad brillamos más fuerte juntos!" - concluyó Prudencio.

Desde aquel día, Platero, Primero, Planeta y Prudencio siguieron creando historias, explorando magia y desafiando lo desconocido, sabiendo que su amistad era el mayor tesoro de todos. Y así, en la pradera, siempre había nuevas aventuras esperando a ser descubiertas.

FIN.

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