El viaje de Ramiro y sus amigos



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Madera, un árbol muy especial llamado Ramiro. Ramiro era un árbol muy amigable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Un día, mientras Ramiro se encontraba disfrutando del sol en el parque central del pueblo, vio a una mesa que parecía estar perdida. La mesa estaba triste y desorientada, así que Ramiro decidió acercarse y preguntarle qué le sucedía.

"Hola mesa, ¿qué te pasa? Pareces estar muy triste", dijo Ramiro con ternura. La mesa levantó la cabeza y respondió con voz entrecortada: "¡Ay! Estoy tan confundida. Me han dejado aquí abandonada y no sé cómo volver a casa".

Ramiro se sintió compasivo hacia la pobre mesa y le ofreció su ayuda: "No te preocupes, yo puedo ayudarte a encontrar tu camino de regreso a casa. Pero primero necesito saber dónde vives".

La mesa explicó que vivía en una hermosa casa junto al río, pero por alguna razón había terminado en el parque central de Villa Madera. Ramiro pensó rápidamente y recordó haber visto un cartel publicitario cerca del río que mostraba la imagen exacta de la casa de la mesa.

Así que decidió llevarla hasta allí. En el camino hacia el río, se encontraron con Pedro Cartelito, quien estaba tumbado en el piso aburrido y sin energías para seguir adelante. "¿Qué te pasa Pedro?", preguntó Ramiro preocupado.

Pedro respondió cansadamente: "Estoy tan agotado, no puedo moverme. Llevo tanto tiempo aquí que me he quedado sin energías". Ramiro se acercó a Pedro y le dijo: "No te preocupes amigo, yo puedo ayudarte.

Te llevaré hasta el río para que puedas descansar y recobrar tus fuerzas". Así fue como Ramiro cargó a la mesa en sus ramas y llevó a Pedro Cartelito en su tronco hasta el río. Una vez allí, la mesa reconoció su casa enseguida gracias al cartel publicitario.

La mesa estaba tan emocionada de estar nuevamente en su hogar que comenzó a bailar de alegría. Pedro Cartelito también se sintió revitalizado por el agua fresca del río y comenzó a ondear felizmente.

Ramiro sonrió al verlos tan felices y satisfechos. Había cumplido su misión de ayudar a los demás y eso lo llenaba de alegría. Desde ese día, Ramiro se convirtió en un árbol muy querido por todos en Villa Madera.

Las personas del pueblo aprendieron la importancia de ser amables y solidarios con los demás, siguiendo el ejemplo de Ramiro.

Y así, gracias a la ayuda incondicional de Ramiro, la mesa encontró su camino de regreso a casa y Pedro Cartelito recuperó sus energías para seguir anunciando mensajes importantes por todo Villa Madera. Fin

FIN.

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