El viaje de regreso de Mateo y sus amigos



Había una vez un niño llamado Mateo que estaba de viaje hacia China con su familia.

Estaban disfrutando de un hermoso día en el mar cuando, de repente, una tormenta terrible azotó el barco y lo hundió en las profundidades del océano. Afortunadamente, Mateo logró salvarse subiéndose a una pequeña barca que flotaba cerca. Al subir a la barca, se dio cuenta de que no estaba solo.

Había muchos animales a bordo: un simpático mono, un colorido loro, un travieso mapache y hasta una tortuga tranquila. A pesar del susto inicial, Mateo se sintió feliz de tener compañía en medio del vasto océano. Durante varios días, navegaron juntos en busca de tierra firme.

Finalmente avistaron una isla tropical con exuberante vegetación y aguas cristalinas. Todos desembarcaron emocionados y empezaron a explorar la isla desconocida.

"¡Qué lugar tan increíble! ¡Miren qué frutas tan jugosas hay aquí!", exclamó Mateo mientras recogía algunas para compartir con sus nuevos amigos animals y emplumados. "¡Estoy ansioso por descubrir todos los rincones de esta isla! Parece sacada de un cuento", dijo el mono saltando de rama en rama.

"Yo me quedaré aquí tomando sol junto al mar", bromeó la tortuga con su voz pausada. Los días pasaron rápidamente mientras Mateo y los animales exploraban la isla juntos. Descubrieron cuevas misteriosas, cascadas escondidas y playas doradas donde jugar sin parar.

La amistad entre ellos crecía más fuerte cada día. Pero un día, cuando decidieron regresar a la barca para continuar su viaje hacia China, descubrieron que había desaparecido misteriosamente. "¿Dónde estará nuestra barca? ¡No puede haberse ido sola!", exclamó preocupado Mateo mirando a su alrededor sin éxito.

Los animales también se alarmaron al ver que su único medio de transporte había desaparecido. Sin embargo, en lugar de rendirse ante la adversidad, decidieron trabajar juntos para encontrar una solución.

"Tranquilo amigo humano, juntos podemos construir otra embarcación para regresar a casa", propuso el loro con entusiasmo mientras volaba alto para buscar materiales útiles. "Sí, tenemos ramas fuertes para hacer remos y hojas grandes para hacer velas improvisadas", agregó el mapache buscando entre los arbustos cercanos.

Mateo sonrió al ver cómo sus amigos animales se esforzaban por ayudarlo en ese momento difícil. Juntos trabajaron arduamente durante días construyendo una nueva embarcación resistente y lista para zarpar hacia casa. Finalmente llegó el momento de partir.

Con lágrimas en los ojos pero llenos de gratitud por la aventura compartida en aquella isla especial, Mateo y sus amigos se embarcaron rumbo a casa navegando con determinación y valentía hacia nuevos horizontes desconocidos pero llenos de esperanza.

FIN.

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